—Nunca en sus peores pesadillas Ke Cang Ju había soñado que sería superado por un mero mocoso, empujado hasta este punto —observó horrorizado cómo Jun Wu Xie cerraba la distancia entre ellos—. Y con cada paso que se aproximaba, Ke Cang Ju se estremecía. Extendió las manos en desesperación mientras ráfagas de humo en varios tonos oscuros se rociaban hacia Jun Wu Xie.
—¡Había vivido toda su vida con la firme creencia que tenía en sus venenos, y ese mocoso no sería una excepción a los innumerables oponentes que habían muerto bajo ellos! ¡Incluso si el Humo Solitario más letal no tenía efecto, los otros muchos venenos mortales que tenía escondidos en sus mangas debían tener uno que matara al chico! —sin embargo, Jun Wu Xie continuaba avanzando, sin siquiera parpadear, caminando a través de las densas nubes de humo envenenado que la rodeaban, sus fríos y heladores ojos brillando a través de la densa niebla tóxica—. ¡Esos ojos no mostraban nada más que absoluto desprecio!