—¡No necesito que me protejan! —dijo Jun Wu Xie—. Entre nosotros, somos meramente aliados en nuestra cooperación. No necesitan sacrificar sus vidas por eso. No seré capaz de pagarles lo suficiente.
Hua Yao y Qiao Chu se quedaron sin palabras mientras miraban a Jun Wu Xie con confusión.
Las palabras de Jun Wu Xie habían sido frías y casi sonaban despiadadas. Pero los dos sabían en lo más profundo de sus corazones que Jun Wu Xie lo decía de esa manera para hacer que se retiraran y no se vieran arrastrados a la peligrosa situación ante ellos.
—No necesitamos retribución, simplemente lo deseamos —rió Qiao Chu mientras decía eso.
Jun Wu Xie permaneció donde estaba, con la espalda recta, sin querer girar la cabeza.
El hombre de bata blanca miraba impaciente a los tres jóvenes.
—Mocoso, solo quiero tu espíritu anular. Si no quieres que tus camaradas mueran, quédate quieto y déjame tomar tu espíritu anular.