Nina sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda al ver sus propios datos reflejados en la interfaz del asistente. Sus habilidades eran absurdamente bajas comparadas con las de los demás participantes. ¿Cómo se suponía que debía competir en estas condiciones? Pero entonces, el mensaje que había leído antes volvió a su mente: con el premio podría salvar a sus padres.
Su padre seguía en coma tras el accidente y su madre estaba internada, luchando contra un cáncer que avanzaba sin piedad. Esto no era un simple torneo para ella, era su única oportunidad. No podía perder. No desde el inicio.
Inspiró hondo y se convenció de que la única opción lógica era trabajar en equipo. Necesitaba que Alistair aceptara participar con ella.
Pero él no estaba de acuerdo.
—No pienso participar contigo —fue lo primero que le dijo al verla acercarse.
Nina se esforzó por ignorar la punzada en su pecho. Mantuvo la calma y trató de razonar con él.
—Para competir individualmente, ambos tenemos que estar de acuerdo en separarnos —respondió, mirándolo directamente a los ojos—. No voy a aceptar eso.
Alistair suspiró, cruzándose de brazos con evidente fastidio.
—Entonces tenemos un problema, porque yo tampoco acepto participar contigo.
Nina no respondió de inmediato. Sabía que discutir no llevaría a nada. Si quería que aceptara, tendría que encontrar otra manera. Él la veía como un estorbo. Tenía que demostrarle que podía ser útil.
Durante los días siguientes, intentó acercarse a él de diferentes maneras. A pesar de que no era de hablar mucho, hizo un esfuerzo por iniciar conversación. Cuando lo veía entrenar, se ofrecía a ayudar. Buscó información sobre habilidades, tácticas y estrategias. Incluso preguntó a su asistente sobre objetos valiosos que pudieran servirle.
Pero nada funcionó.
Alistair reaccionaba con cada vez más irritación. Ignoraba sus intentos de hablar, la apartaba cuando se acercaba demasiado y le lanzaba miradas de desprecio cuando intentaba intervenir en su entrenamiento.
Pero Nina no podía rendirse.
Si no podía ganarse su confianza con palabras, entonces le daría algo tangible. Algo que él no pudiera rechazar.
Había encontrado información sobre un arma especial, una que sería extremadamente útil para alguien como Alistair. No era fácil de conseguir, pero si lograba obtenerla, él no podría seguir viéndola como un estorbo.
El problema era el método para conseguirla.
Había una prueba en el sistema, una misión oculta que solo podía activarse con una serie de condiciones específicas. El asistente de Nina le había dado una pista, pero el proceso era agotador.
La noche anterior, mientras los demás descansaban, ella permaneció despierta en el área de entrenamiento, cumpliendo las tareas necesarias para desbloquear la misión. Cada paso era más difícil que el anterior.
Cazó criaturas de nivel superior con armas ineficaces.
Superó pruebas de resistencia física hasta que sus piernas temblaban de cansancio.
Memorizó patrones de ataque y defensa en escenarios simulados hasta que su cabeza dolía.
Pero no podía detenerse. No cuando estaba tan cerca.
Después de horas de esfuerzo, cuando su cuerpo estaba al borde del colapso, el sistema finalmente le notificó la recompensa. Había obtenido el arma.
Lo había logrado.
Y ahora, con el objeto en sus manos, estaba lista para entregárselo a Alistair. Si esto no lo convencía, nada lo haría.
Pero él simplemente lo tiró al suelo sin siquiera mirarlo.
El sonido del arma golpeando el suelo resonó con fuerza en el aire, atrayendo la atención de las personas que estaban alrededor.
—¿Qué parte de "no quiero trabajar contigo" no entiendes? —su voz cortó el aire como un cuchillo.
Nina que vio el arma caer bajo la mirada mientras sus puños apretaban con fuerza.
—Eres un estorbo —continuó él con desprecio—. No tienes habilidades, no tienes talento y no tienes nada que ofrecerme. Prefiero mil veces ir solo que cargar con alguien como tú.
Las palabras fueron un golpe más fuerte que una herida física.
Por un instante, el aire pareció volverse pesado. Las miradas y los murmullos de los demás participantes comenzaron a crecer por las palabras de Alistair.
Nina no reaccionó de inmediato. No podía.
Todo el esfuerzo que había puesto. Todo lo que había aguantado, incluso las duras palabras que él le decía siempre. Todo para esto.
Sus manos temblaron de pura rabia. No. No iba a seguir soportándolo.
Nina lo vio fijamente y el odio en su mirada era imposible de negar.
—Ya tuve suficiente de esta mierda.
Su voz resonó en el lugar, fría y llena de furia.
Sin dudarlo, tomó el cubo que representaba su acuerdo en equipo y lo estrelló contra el suelo con todas sus fuerzas.
CRACK.
El sonido del objeto rompiéndose hizo eco en el aire, este se desintegro y con ello el acuerdo había sido anulado.
Las expresiones de los demás participantes cambiaron. Nadie esperaba ver algo así. Pero Nina ya no se preocupaba por lo que los demás pensaran.
Levantó la mirada y encaró a Alistair.
—Ahí lo tienes. Ya puedes ir solo.
Su voz era cortante, su mirada oscura. No había una sonrisa en su rostro ni un rastro de ironía. Solo rabia y cansancio.
—Aguanté porque necesito ganar. Porque no puedo darme el lujo de perder. Pero tú… —Su expresión se endureció aún más—. No eres más que una persona desagradable que ni siquiera tiene educación.
Alistair la miró sin decir nada.
—Voy a ganar. Y lo haré sola si es necesario. No me interesa si eres fuerte, no necesito un compañero tan repugnante.
Dio media vuelta y se alejó, sin mirar atrás.
Los demás participantes, que habían estado observando en silencio, intercambiaron miradas incómodas. Algunos se apartaron sin decir nada, otros susurraban entre ellos.
—¿Eso acaba de pasar? —se escuchó murmurar a alguien.
—¿Realmente rompió el acuerdo?
—Ella sola ni siquiera podrá pasar la primera ronda.
El grupo comenzó a dispersarse poco a poco, perdiendo el interés ahora que el espectáculo había terminado.
Pero Alistair no se movió.
Siguió ahí, observando la figura de Nina alejándose.
En su rostro ya no había burla ni irritación. Solo silencio.
Bajó la vista hacia el arma, tras un segundo esta desapareció ya que Nina estaba lejos y se guardó en automático en su inventario. Por primera vez, se preguntó qué había significado ese "regalo". Cuánto esfuerzo había puesto en conseguirlo. Cuánto le importaba realmente ganar.
Su mandíbula se tensó.
Tomó aire, pero no dijo nada.
En su interior, algo se sentía... extraño.
Sin más, cerró los ojos y dejó escapar un suspiro pesado antes de girarse en dirección contraria.
Lo que fuera que había sentido en ese instante, no tenía importancia.
Nina ya no era su problema.