Episodio 2: ‘Amigo’ Parte 2

Hay voces que resuenan en su mente. Eran las voces de los niños que corrían por los carriles huyendo de los adultos; un recuerdo de hace ya mucho tiempo que estaba quedando en el olvido. Pero dejando eso de lado, él en este momento se siente como si estuviera hundiéndose en el fondo del mar, pero el agua en lugar de estar fría era cómodamente tibia. De hecho, el agua se sentía más suave de lo que debería.

¿Midas se estaba muriendo? Ni siquiera él podía responder a eso. Todo lo que percibe es una oscuridad infinita que le enfría el alma.

Briar… Espero que hayas podido escapar. El pensamiento vagó por los confines de su mente, haciendo eco en el agua. Por unos instantes volvió a ver la escena de Briar frente a Darius. Recordó lo estúpido que fue al lanzarse encima de un tipo que parece una montaña a pesar de no tener ninguna oportunidad de ganar. Actué por mero impulso. Vaya que lo hizo. Las decisiones que tomó lo condujeron a la muerte. Si había algo de lo que arrepentirse, era que él no pudo despedirse de su hermana antes de partir.

A donde sea que las almas de las personas vayan, seguro será un lugar horrible. Tal vez la vida misma sea un ciclo interminable y aterrador, que sigue y sigue incluso si ya estás muerto. Es paradójico, pero en este inmenso mundo cualquier cosa es posible.

Para Midas es posible invocar pequeñas partículas de luz, así como convertir ejércitos enteros en estatuas de oro. Es una lástima que él ya no pueda usar ese poder después del shock psicológico que recibió hace diez años. Eso se ha convertido en un trauma que ha dirigido su vida; lo que le generó esa depresión y esa actitud amargada y reservada.

Vamos, cualquier persona normal terminaría como Midas después de sufrir demasiado.

Incluso si no pude hacer nada para salvar a nadie, espero que todos ellos puedan perdonarme. En especial tú, hermana. Sé que, donde sea que estés, estarías decepcionada de todas las horribles cosas que hice. 

Midas ya estaba completamente listo para partir, pero sería irónico terminar todo con un esfuerzo tan patético.

Hubo un dolor real que Midas sintió. Le dolía la espalda y la cabeza. Se sintió como una mierda que fue aplastada diez veces. El dolor era horrible, tanto que eso mismo lo obligó a despertar.

Se quejó por el dolor y, al abrir los ojos, se encontró con nada menos que más oscuridad. Estaba acostado sobre lo que parecían ser piedras puntiagudas. El suelo estaba húmedo y el lugar olía a tierra mojada. No hacía falta reiterar que a Midas le dolía todo el cuerpo, pero también había algo especial cerca de él, no, encima de él.

No era algo pesado, realmente, pero Midas se quejó porque sintió que lo que estaba encima de él estaba respirando. Además, era suave, muy suave, demasiado suave, pero también apestaba a sangre seca.

—No me puedo mover.

Por su puesto. Si te caes de una gran altura de diez metros, lo que más esperaría, con mucha suerte, es sobrevivir. Para Midas fue una suerte increíble haber sobrevivido.

Si, él está vivo.

—De todas formas… ¿Acaso ya estoy muerto? ¿Esto es lo que hay después de la muerte? No me siento muerto, realmente—después de pasar por un momento tan horrible como estar agonizando entre un limbo de vida y muerte, Midas se sentía más despreocupado. Cualquier cosa que pase de ahora en adelante no lo sorprendería.

Intentó moverse como una oruga, pero no le funcionó. Todo su cuerpo estaba aturdido y rígido, como si fuera un cadáver con vida. Además, el dolor en su pecho se había esfumado casi por completo.

—¿Qué hago?—apoyó la cabeza en el suelo y respiró con calma. Ahora entendía que no estaba muerto, pues al sentir el inhibidor en sus manos, todos los recuerdos fueron nítidos en su mente—Estoy vivo. ¿Cómo es posible? ¿Dónde está ella?

Interesante última pregunta. Después de intentar sacrificarse heroicamente para salvar a una chica, Midas no supo nada más. Entonces, ¿dónde está Briar?

—Aah… ¿por qué te mueves tanto?—la voz de Briar resonó sobre Midas.

Parecía demasiado oportuno, pero un suave rayo de luz se extendió desde el fondo del extraño túnel en el que se encontraban. Parecía haber una salida cerca, por lo menos. Pero eso ahora no era lo importante.

Si la voz de Briar sonaba sobre Midas, entonces este tipo entendió que, lo que estaba encima de él era…

—¿Briar…?

—Ese es mi nombre.

La suave luz lentamente se acercó más y más a la pareja. Era como una mano moviéndose, una mano lista para revelar los secretos del universo.

Al despertar con un bostezo, Briar se sentó encima de Midas, pues Midas sintió que el peso de esta chica se centró en su abdomen.

—¿Dónde estamos?

—No tengo la menor idea. No lo recuerdo—ella estaba tan confundida como Midas. El hecho de estar vivos ya era extraño. Que suertudos.

Y hablando de suerte, la luz se extendió completamente hacia el final del túnel, lugar donde Midas y Briar estaban. Cuando la luz iluminó la escena, los ojos de Midas casi se salen de sus cuencas. Él se quedó en silencio mientras la tenue luz iluminaba la piel grisácea de Briar.

Durante la batalla en el frente del Bastión Inmortal, el hacha de Darius cortó el pecho de Briar, eso quería decir que su ropa estaba rota, y como ayer Briar cayó y su ropa se desgarró aún más, ahora el resultado de todo eso se mostraba en los pechos descubiertos de esta chica.

—¿Hm? ¿Por qué me ves así?—confundida, agachó la mirada y se dio cuenta de que su camiseta estaba rota y que sus senos estaban descubiertos.

Ella no se sintió avergonzada, realmente. Briar es ajena a ese tipo de sentimientos tan humanos.

Midas, por otro lado, aunque sus ojos fueron atraídos como imanes a esa dirección, al notar la mirada de Briar, miró hacia otro lado.

—Yo… yo… yo no ví nada—por supuesto que no. Un caballero debe fingir demencia ante este tipo de situaciones. Nunca sabes cuando te llevarás una bofetada por parte de la linda doncella. Bueno… Briar es todo lo contrario.

—¿Y eso qué tiene de malo?—se levantó de encima de Midas y miró los alrededores.

Midas se sentó en el suelo luego de eso y trató de borrar esa imagen de su mente. Sintió que algo iba a despertar en cualquier momento, pero intentó imaginar cosas horribles para quitarse esos pensamientos. Al recordar los experimentos que hicieron en él, la mirada de Midas se oscureció por un momento.

Al caminar unos metros cerca de la luz, Briar observó el lugar y comenzó a hablar, ignorando completamente el hecho de que sus pechos están desnudos.

—Esto es una cueva. He estado en muchas cuevas antes y parece que esta es una de esas que es poco profunda. Hm… Recuerdo que estas cuevas se forman por la lluvia o algo así. Una vez escuché a alguien mencionar algo parecido.

—Ah… oye.

—Si la luz viene de allá, entonces es una salida.

—Uh… ¿Briar?

—¿Qué?—se dio la vuelta para mirar a Midas. Levantó las cejas confundida porque Midas estaba sentado de rodillas, viento a la pared.

—Yo… Digo… Bueno… Deberías usar esta capa para cubrir tu cuerpo.

—¿Cubrir…?—ella volvió a bajar la mirada para ver su ropa rota, luego levantó la mirada como si hubiera hecho un descubrimiento importante—Oooh. Es cierto. A los humanos les da vergüenza ese tipo de cosas. Claro, claro. Ya lo tengo, pequeño Midas.

Ella se acercó a Midas y, usando los dientes, le quitó la capa. Briar luchó un poco para ponerse la capa. Al hacerlo, el cepo sobre sus hombros fue un impedimento.

—Oye, Midas. ¿Me ayudas?

—¿Eh?—dándose la vuelta para verla, Midas inmediatamente volvió a mirar a la pared al darse cuenta que la capa no iba a funcionar por culpa del cepo sobre los hombros de Briar.

Claro, la capa puede funcionar siempre y cuando se acople a la posición de los brazos de Briar. Para eso había que morder y romper un poco, pero estando tan cerca de esos dos lugares en el cuerpo de una chica, Midas estaba en un completo caos mental.

Midas tiene 27 años. Llegó a Noxus a los 10 años y fue encerrado a los 17. En todos esos años, él se perdió de toda la juventud que un hombre normal tendría y por consiguiente, el hecho de conocer mujeres. Ahora Midas es un hombre virgen de 27 años que tiene a una chica con un problema muy erótico.

Nada de eso iba a salir bien…

—Oye, apúrate. ¿Acaso me tienes miedo?

—Si. Bueno, yo no, pero… Aagh… Carajo, lo haré—se resignó bastante rápido. Esta era la verdadera personalidad de Midas. Sin estar encerrado en una celda oscura, libre en la naturaleza junto a un adorable monstruo. Tal vez la vida no fue tan mala con este pobre diablo.

Midas se puso de pie y caminó hacia Briar, de espaldas, por alguna razón. Vamos, la razón era obvia. Un caballero mantiene sus principios incluso en el día de su muerte. Si Midas se atrevía a ver los senos de Briar otra vez, no solo moriría de vergüenza, sino que le estaría faltando el respeto a una mujer. Antes que un asesino y un ladrón de pan recién horneado, Midas era un caballero entrenado por una hermana mayor con la mentalidad de un primate.

Midas tuvo una crianza muy rara…

Con mucho cuidado y cerrando los ojos, Midas se acercó a los hombros de Briar y usó los dientes para morder y romper la capa.

—Jejeje. Vamos, muérdelo. Muerde la capa como si fuera un pedazo de carne jugosa bañada en su propia sangre.

—¿Puedes callarte? Esto ya está siendo lo suficientemente difícil para mí.

Después de romper la capa, los brazos de Briar pasaron bastante bien por los cortes en la capa. Ahora solo hacía falta amarrar la capa en la parte del cuello y el pecho para terminar el trabajo. Lo malo es que esa es la parte más difícil y Midas estaba muy nervioso. Hacer esto con los ojos cerrados es imposible y la mirada inocente de Briar lo hace sentir culpable. Ella esperaba paciente con esa sonrisa alegre, lo que incrementó su sensación de culpa.

Ya no importa. Pensó Midas mientras abría la boca y sujetaba la capa con los dientes. Amarrar cuatro cuerdas con los dientes sería un trabajo extremo, pero Midas ya tenía práctica en hacer cosas que no requieran de usar las manos. Estuvo encerrado durante diez años con las manos en la caja del inhibidor. Sería raro que él no supiera hacer algo parecido.

—Oye, me haces cosquillas.

—Por favor no hables…

Al final, después de unos largos y tortuosos minutos, Midas terminó. La capa estaba cerrada y ahora el pecho de Briar estaba seguro.

—Bien, eso también fue divertido—dijo Briar con un aire de autosuficiencia, aunque ella no hizo nada.

Por otro lado, Midas estaba de rodillas en el suelo tratando de calmarse. Esto había sido incluso más difícil que pelear contra Darius.

Pensó en otras cosas una vez más para calmarse. Mi herida… Si. Midas ya lo había notado al principio, pero ahora que lo veía más de cerca y con la luz del sol, la herida ya no estaba. Quedaba una gran cicatriz negra y, justo alrededor de esa cicatriz, la piel de Midas se había vuelto un poco gris. Midas llegó a la rápida conclusión de que se trataba de algo extraño parte de los experimentos de la Rosa Negra.

En su tiempo, Midas no entendió muchas de las cosas que esa gente le hizo a su cuerpo. De hecho, la espalda de Midas tiene incrustadas algunas runas extrañas que hace años le provocaron mucho dolor. Ahora las pequeñas placas con runas parecían haberse fusionado con su piel.

—¡Tienes que ver esto! ¡Acá hay una salida!—gritó Briar desde lo profundo del túnel, justo donde la luz provenía. 

Midas suspiró. Al pasar tantas cosas en sucesión y tan rápido, sintió que este momento de calma era extraño. Se puso de pie y fue a ver lo que esta chica había encontrado.

Sus piernas ya no se sentían tan débiles. Su cuerpo dolía, si, pero esa sensación de debilidad lentamente estaba abandonando su cuerpo. Esta vez, Midas se sentía mucho mejor que otros días de su vida. Eso era bueno. Al igual que su actitud, que fue tan deprimente desde el principio, ahora era más relajada.

—Este lugar… Es…—susurró Midas al llegar al final del túnel. Se trataba de un agujero en una pendiente, donde el sol directamente golpeaba desde esa zona.

A lo largo se extendía un inmenso bosque verde y a lo lejos parecían haber montañas inmensas con picos blancos puros, la nieve misma. Los ojos de Midas se iluminaron con esperanza al ver este paisaje.

—Es lindo, ¿no?—le dijo Briar.

Midas dejó salir una leve risa y respondió con un: "Si. Es hermoso"

Ahora sin duda eran libres y estaban frente a los horizontes de Noxus. 

Esto apenas comenzaba. Solo el prólogo en la aventura de esos dos. Al ver el paisaje, inevitablemente pensaron que esto iba a ser emocionante.

—Entonces no esperemos más. Puede que los soldados nos encuentren—dijo Midas con seriedad.

Briar sonrió ante las palabras de Midas. El tipo amargado y llorón era muy diferente en persona que detrás de la pared. Este tipo es su amigo.