En ese momento, Zhao Dengtian no deseaba nada más que comerse vivo a Jing Yan.
Respiraba pesadamente por la rabia. Su cara y cuello se habían puesto de un rojo intenso, y su mirada estaba fija en Jing Yan.
—Ah, cierto. Zhao pedazo de mierda, si tanto me detestas, ¿por qué no apuestas por Li Tianfu? Todavía tienes unos minutos para hacer tu apuesta antes de que se acabe el tiempo —dijo Jing Yan mientras entrecerraba los ojos, y su tono se volvió considerablemente más suave.
Jing Yan sabía que Zhao Dengtian estaba forrado.
Sería genial para Jing Yan si Zhao Dengtian apostara contra él. Cuanto más alta fuera la apuesta que Zhao Dengtian hiciera por Li Tianfu, más altas serían las probabilidades de Jing Yan en la próxima batalla.
Los ojos de Zhao Dengtian brillaron cuando escuchó lo que dijo Jing Yan.
Respiró profundamente y miró al Administrador Li detrás de él.