—¡Pequeño bastardo, estás buscando la muerte! —Wei Ming, con un rugido explosivo y una mirada viciosa, clavó su mirada en Jing Yan.
Si no fuera por la presencia de tantos forasteros, habría abofeteado hasta la muerte a este pequeño bastardo llamado Jing Yan hace mucho tiempo. ¡Cómo podía esperar a que este pequeño bastardo se luciera aquí!
¿Es la Familia Wei un lugar donde cualquiera puede irrumpir?
—Wei Ming, ve a traer a esa guerrera Liu Xiaoyue! —sin embargo, el Líder del Clan Wei Jiuhe, agitó su mano con expresión sombría.
Su mirada hacia Jing Yan también revelaba una intención oculta de matar.
Había tomado su decisión, que sin importar qué, debía matar a Jing Yan. No se podía permitir que este niño saliera vivo de la Mansión de la Familia Wei. Si saliera a salvo hoy, la Familia Wei perdería toda su dignidad por completo. No necesitarían esperar hasta mañana; hoy mismo, la noticia se extendería por toda la Ciudad Duyang.