La guerrera de falda púrpura miró a Jing Yan con un par de hermosos ojos, sin presionarlo.
—Debes saber que las Flores de Incienso Púrpura no tienen un valor muy alto en el mercado, ¿verdad? —Jing Yan la miró y dijo tentativamente.
Jing Yan no sabía mucho sobre esta mujer del Reino Espíritu Dao, ni entendía su temperamento. Le preocupaba que si nombraba un precio que no cumpliera con sus expectativas, ella simplemente se marchara.
Si el trato fracasaba, entonces Jing Yan tendría que perder mucho tiempo aquí buscando más Flores de Incienso Púrpura.
—Lo sé —la guerrera de falda púrpura asintió.
Jing Yan dedujo por su respuesta que la guerrera de falda púrpura no tenía la intención de exigir un precio exorbitante.
—Sin embargo, ya que estás comprando Flores de Incienso Púrpura de mí, significa que las necesitas. Con la demanda viene el valor —agregó agudamente la guerrera de falda púrpura.