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El Viejo Maestro Zhou, llamado Zhou Tian, era también una figura muy respetable en el Continente del Origen Celestial.
Incluso el Rey de Píldoras Ji Yue del País de la Píldora, quien era bastante indiferente hacia el Príncipe Comandante Zhou Shangyun, tenía un gran respeto por Zhou Tian.
En ese momento, Zhou Tian sonreía cálidamente, observando a Jing Yan con gran interés. Su mirada parecía poseer un poder que podía penetrar el corazón, haciendo que Jing Yan fuera demasiado cauteloso para hacer cualquier movimiento precipitado. Jing Yan permaneció allí, completamente honesto e inmóvil.
—¡Realmente no hay nada importante aquí! ¿Qué hay que impedir la entrada? Aunque no reconozco a este joven, es amigo de mi nieta Bai Xue, lo que lo convierte en mi amigo —dijo Zhou Tian con una risa.