La Tonta Que Fue Engañada

A las 10 p.m., Selina reunió su valor y llamó a la puerta del estudio de Logan.

La voz fría y nítida del hombre sonó desde el interior:

—Adelante.

Selina entró, sosteniendo un vaso de leche.

—Sr. Reid, Miller Butler me pidió que le trajera esto.

La mirada de Logan se posó en el vaso de leche, su expresión pensativa.

—Sra. Reid, ¿ha escuchado alguna vez cierto dicho?

Selina parpadeó.

—¿Qué dicho?

Los labios de Logan se curvaron levemente.

—Cuando alguien se esfuerza por ser amable, o quiere algo o planea robar algo.

El rostro de Selina se enrojeció al instante.

—¡Q-Qué tonterías! ¡Solo estoy siendo considerada!

La sonrisa de Logan se profundizó, pero no dijo nada.

Selina sintió que la incomodidad crecía y decidió seguir adelante, reuniendo todo su valor.

—Mencionaste antes que me llevarías al banquete. ¿Eso sigue en pie?

Logan alzó una ceja, su tono ligero.

—Recuerdo que lo rechazaste.

Las mejillas de Selina ardieron mientras bajaba la cabeza avergonzada.