Una ola de intimidad se extendió instantáneamente.
La mente de Selina quedó en blanco. Su respiración se entrecortó mientras jadeaba:
—Logan...
—Selina.
Logan se apartó de sus labios, su toque persistente, mordiendo suavemente antes de soltarla. Al verla estremecerse, acunó su rostro entre sus manos.
—Somos marido y mujer. No hay nadie más a quien amaría excepto a ti. No quiero volver a escuchar tales tonterías, Señora Reid. ¿Entendido?
Selina sentía como si su cerebro estuviera privado de oxígeno.
¿Qué quería decir con eso...? ¿Que no habría nadie más que ella?
Entonces, ¿en otras palabras, le gustaba?
Pero ¿qué había en ella para gustar...?
Bip. Bip. Bip.
Antes de que Selina pudiera procesar sus pensamientos, el teléfono de Logan sonó de repente.
La voz de Jack se escuchó, seria pero llena de emoción:
—¡Sir! He descubierto que la persona de hace cuatro años fue a Ciudad H después de irse. Es muy probable que esté allí ahora...
Selina no captó el resto de sus palabras.