Rosa se volvió cada vez más entusiasta mientras hablaba, su voz elevándose con cada palabra.
—¡Selina ni siquiera sabe quién es Gordon! Prima, no importa lo bondadosa que seas, no deberías asociarte con alguien así. ¿Una pueblerina como ella? ¡Qué ridículo! —exclamó.
Deliberadamente alzó la voz, atrayendo la atención de los compradores alrededor.
La gente comenzó a murmurar, sus expresiones llenas de intriga y desdén.
—¿La supuesta hija mayor de la Familia Clark no sabe quién es Gordon?
—No es de extrañar. Una persona criada en el campo no puede transformarse mágicamente en alguien de la alta sociedad.
Bella dejó que Rosa terminara sus insultos, luego fingió desaprobación.
—Rosa, ya basta. Si alguien nos escucha, podrían pensar que estamos chismorreando a sus espaldas. Eso no sería muy amable...