Selina se detuvo bruscamente, entrecerrando los ojos.
—Ni siquiera lo sueñes. ¡Esa cicatriz tuya nunca sanará! —se burló Natalia con veneno.
Selina se dio la vuelta, acercándose a ella, agarrando la barbilla de Natalia con una sonrisa burlona.
—¿Nunca sanará? No estaba segura antes, preguntándome por qué tantos doctores fallaron en tratarla. Pero ahora lo entiendo: la hoja estaba cubierta con veneno.
Se acercó al oído de Natalia, su tono cargado de peligro y dominación:
—Déjame adivinar, ese incidente del secuestro... En realidad fue orquestado por ti y Katie, ¿no es así? El objetivo era arruinar mi rostro. Pero algo salió mal, y en lugar de mi cara, dejó esta cicatriz en mi cuello.
El rostro de Natalia se puso pálido por la conmoción, su boca abriéndose y cerrándose, incapaz de formar una sola palabra.
—Tú...
—¿Quieres saber cómo lo descubrí?
Selina se rió fríamente: