—¿Plagié o no? La Sra. Bryant debería saberlo mejor, ¿no?
Un pesado silencio se apoderó del teléfono.
La expresión de Katie se endureció.
—Selina, niña... ¿por qué no lo admites simplemente? El banquete de mañana...
—Estaré allí, no te preocupes —interrumpió Selina. Hizo una pausa antes de continuar:
— Mañana, el plagiador definitivamente se disculpará.
Con eso, colgó el teléfono.
En la mansión de la Familia Clark, las manos de Katie temblaban tanto que casi deja caer su teléfono. Las palabras de Selina resonaban en su mente: «Mañana, el plagiador definitivamente se disculpará».
¿Por qué de repente tenía un mal presentimiento? Pero no, eso era imposible. La evidencia era sólida. ¿Cómo podría Selina darle la vuelta a las cosas?
«No, no, debo estar pensando demasiado».
—Las palabras de Selina... ¿qué quiso decir? ¿Qué significa eso de que tú sabes si ella plagió o no? —James frunció el ceño, con sospecha en su tono.
El corazón de Katie casi se le sube a la garganta.