No Podía Negar Que Él Estaba en Su Corazón

Logan miró fijamente a la mujer frente a él como un hombre hambriento, temeroso de que pudiera desvanecerse al siguiente segundo.

—No estoy solo merodeando —dijo suavemente—. Estoy aquí para llevarte a casa.

Sin dudarlo, Selina respondió:

—No voy a volver.

Los ojos de Logan se oscurecieron brevemente, luego dejó escapar una pequeña risa comprensiva.

—Está bien. No hay problema. Quédate aquí y disfruta tu tiempo con Damien.

Selina le lanzó una mirada penetrante.

—¡No lo llames por su nombre! ¡Ustedes dos no son cercanos!

«Qué descaro. Damien era su hermano mayor, ¿qué tenía que ver Logan con él?»

Los ojos de Logan se suavizaron ante su expresión enérgica. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios mientras repentinamente se presionaba el estómago con una mano.

Selina lo notó.

—¿Qué te pasa?

Su voz era ronca.

—No he comido en todo el día. Me duele el estómago.