Te daré una sorpresa

Angélica entró en el ascensor, con el corazón prácticamente burbujeando de dulzura.

La mayoría de la gente tenía que pedir cita solo para ver al Sr. Reid, pero ¿ella? Solo tenía que decir su nombre y alguien personalmente la escoltaba arriba.

Esa sensación de privilegio calmó sus nervios y aumentó su confianza.

De pie frente a la puerta de la oficina, se alisó el cabello, mostró una sonrisa de satisfacción y golpeó suavemente.

—Logan, ¿puedo pasar?

...

Mientras tanto, dentro de la oficina

Selina parpadeó, sus ojos escaneando la habitación como si buscara... un escondite.

Logan entrecerró los ojos.

—¿Qué estás buscando, Sra. Reid?

Selina bajó la voz.

—Un lugar para darles a ti y a Angélica algo de privacidad. ¿No soy la esposa más considerada?

Claramente, Angélica estaba aquí por algo, y si Selina estaba en la habitación, podría no decirlo.