—¿Qué pasa? —preguntó Logan.
Selina miró alrededor pero no vio nada. Negó con la cabeza.
—Solo tengo esta extraña sensación de que alguien nos está siguiendo.
El hombre entrecerró los ojos con agudeza, escaneando detrás de ellos con una mirada penetrante.
—Olvídalo —dijo Selina con un gesto de la mano—. Estoy envuelta como un burrito, no hay forma de que alguien pueda reconocerme.
Echó más ingredientes al carrito.
...
Solo después de que los dos se alejaron, el hombre de mediana edad salió de detrás de los estantes. Tragó saliva, todavía un poco alterado.
—Joven Maestro Owen, le digo que definitivamente era Logan. ¡Estaba de compras con una mujer cualquiera!
—¡Sí, sí, le juro que esa mujer no era Selina!
—Por supuesto, puede contar conmigo...
Colgó y tomó algunas fotos, con un brillo de triunfo en sus ojos.