El rostro de Selina se puso rojo brillante —si era por ira o vergüenza, ni ella misma podía decirlo.
—¡Logan, tener fantasías vívidas es una condición médica!
Logan no discutió. Se abotonó la bata con calma.
—No necesito acupuntura.
Selina se dio la vuelta, su tono juguetón desapareciendo.
—Sr. Reid, ¿sabía que su ceguera es causada por envenenamiento?
No era ceguera nocturna.
No era temporal.
Era directamente —veneno.
La expresión de Logan no cambió. Respondió con sencillez:
—Sí.
Selina parpadeó.
—¿Lo sabías?
—¿Quieres preguntar por qué no he intentado curarla? —dijo Logan, completamente imperturbable.
—Porque es incurable. Solo puede ser suprimida. Así que la acupuntura es inútil.
Por suerte, el veneno estaba bajo control.
¿El peor escenario? Quedaría ciego.
Y en la mente de Logan, la vista no era ni de lejos tan crítica como mantenerse con vida.
Mientras viviera, ciertas personas no se atreverían a hacer un movimiento.