Adam Swantz estaba allí, lleno de burla hacia sí mismo.
¿Por qué tenía expectativas de su padre?
¡Debería haberlo sabido mejor!
A los ojos de Matthew Swantz, él siempre fue un perdedor inútil.
Tal vez...
Incluso peor que eso.
Cuanto más lo pensaba Matthew, más enfadado se ponía. Señaló a Adam, diciendo:
—¡A partir de hoy, no se te permite usar ni un centavo de esta casa!
Sintiendo que la situación estaba tensa, Derek Swantz se levantó del sofá a tiempo.
—Papá.
—Derek —Matthew levantó la mano—, no necesitas involucrarte en esto.
¡En este punto, si él, como padre, no intervenía para disciplinar a Adam, las consecuencias serían inimaginables!
No podía quedarse de brazos cruzados y ver cómo Adam arruinaba todo por lo que había trabajado tan duro.
—Papá, ¿no lo has olvidado? Hace mucho tiempo que no uso dinero de casa —se rió Adam.
Adam había logrado cierto éxito en los deportes electrónicos y no había pedido dinero en casa desde los 18 años.