—Adelante.
Edward Thompson caminó hacia el baño.
En ese momento, Sylvia Thompson estaba parada en la entrada del jardín y le hizo señas:
—Hermano, ven aquí.
Edward se acercó:
—¿Qué pasa, Sylvia?
Sylvia sonrió y dijo:
—Hermano, eres bastante listo. ¿Cómo sabías que saldría aquí contigo?
—¿Te parezco un idiota? —Edward le dio una palmadita en la cabeza a Sylvia.
Sylvia miró hacia adentro:
—¿Lo viste?
—¿Ver qué? —Edward estaba curioso.
Sylvia continuó:
—¡A Viola, por supuesto! ¿No te parece que se ve muy familiar?
—¿En serio? —preguntó Edward.
Al ver la reacción de Edward, Sylvia inconscientemente suspiró aliviada y continuó:
—¿No te dije ayer que Borden tiene a alguien que le gusta?
—¿Qué quieres decir? —Edward frunció ligeramente el ceño—. No me estás diciendo que Viola es quien le gusta a Borden, ¿verdad?
—Sí —Sylvia asintió—. Así que, hermano, sé amable con Viola. Tal vez se convierta en nuestra cuñada.