Al escuchar las palabras del doctor, Sylvia Thompson sintió una certeza en su corazón.
Parecía que las posibilidades de supervivencia de la anciana eran escasas esta vez.
Sylvia se sintió eufórica en su interior.
¡Esta era la retribución de la anciana!
Aunque estaba encantada, Sylvia no lo demostró. En cambio, fingió estar muy preocupada. Se acercó a Mary Perryne y le dijo al doctor:
—Doctor, por favor salve a mi abuela. Mientras ella esté bien, estoy dispuesta a hacer cualquier cosa.
El doctor asintió:
—Señorita Thompson, puede estar tranquila, haré todo lo posible.
—¡Gracias! —dijo Sylvia haciendo una reverencia al doctor.
Pronto, la puerta de la Sala de Operaciones se cerró.
Mandel Thompson entró desde afuera.
Al ver a Mandel, Mary Perryne se sintió tranquila:
—¿Ya te has puesto en contacto con tu padre?
—Todavía no —respondió Mandel.
Al oír esto, Mary Perryne frunció ligeramente el ceño:
—¿Qué hay de Bob y Borden?
—Están tratando de contactar al Doctor Leer.