—No tengo calor —respondió Sylvia Thompson.
—Qué extraño, ¿por qué yo siento más calor? —Iris White se removió en su silla.
Realmente quería quitarse toda la ropa.
Pero solo llevaba puesto un vestido.
Sylvia Thompson miró de nuevo a Iris White.
Una vez que la miró, se sorprendió mucho y exclamó:
—¡Dios mío! Iris, ¿por qué está tu cara tan roja?
Era un rojo anormal.
Iris White se tocó la cara, solo sintiéndola caliente.
¡Cómo puede estar tan caliente!
Iris White, sintiéndose inquieta, tomó la copa de vino de la mesa y se la bebió de un trago.
El vino fresco bajó por su garganta, y el calor en su cuerpo disminuyó ligeramente.
Pero todavía tenía mucho calor.
Su cuerpo le picaba y quería rascarse.
Esta sensación era demasiado extraña.
Nunca la había experimentado antes.
Justo en ese momento.
Iris White de repente recordó algo.
¿Había bebido la copa de vino con la droga?
Ante este pensamiento, el corazón de Iris White dio un vuelco.