Sentada en el auto de Pei Jue, Qingwu notó que su mirada nunca se apartó de ella.
Él sostenía la mano de Qingwu y se resistía a soltarla.
—Suéltame.
—¿Puedo sostenerla un momento? No he visto a mi prometida en toda la noche, te extraño.
—Alguien quiere que te mate, la cantidad es tentadora —dijo fríamente Qingwu—. Creo que podría valer la pena considerarlo.
Pei Jue se rió pero aun así obedeció y soltó la mano de Qingwu, solo para mover todo su cuerpo más cerca de ella.
¡Aunque no le sostenía la mano, se acercó aún más a ella!
Pei Jue se inclinó cerca de Qingwu, envolviéndola con su aliento, y dijo en voz baja:
—Si quieres mi vida, prometida, solo ven y tómala.
—Si lo pones así, podría considerarlo realmente.
Después de todo, nadie rechazaría el dinero.
Pei Jue sacó una chequera, lo firmó y se lo entregó a Qingwu.
—Lo que sea que te hayan ofrecido, te proporcionaré la misma cantidad; compra mi vida de vuelta. Hasta entonces, considéralo depositado contigo, mi prometida.