—¡Pei... Pei Jue!
—¿Sabes lo que estás haciendo ahora? ¡Soy tu Quinto Tío! ¡Ni siquiera tu padre se atrevería a apuntarme con un arma!
La frente del Presidente Pei estaba sudando, los músculos de su rostro temblaban de miedo, mientras la herida en su pierna continuaba sangrando debido a la tensión.
—¿Quinto Tío? ¿Solo porque te llamo Quinto Tío realmente crees que eres importante? ¡Dejarte vivir hasta ahora fue ciertamente mi error! —se burló Pei Jue.
Ahora parecía que tenía otras formas de investigar esos asuntos.
Mantener vivas a estas plagas insignificantes no era para que pusieran sus manos sobre su prometida.
El Presidente Pei movió su cuerpo hacia atrás desesperadamente, sus músculos contrayéndose erráticamente.
—¿Cómo te atreves a ponerme una mano encima? ¡Quiero ver al viejo maestro! ¡Él nunca aprobará tus acciones!
Pei Jue se rió.