Las lágrimas también corrían por el rostro de Xuan Lengyue.
Para evitar que sus emociones se volvieran demasiado tumultuosas, el Anciano Xuan se apresuró a consolarla.
—Está bien, inmediatamente haré que alguien realice la prueba de paternidad por ti. Descansa bien, no te alegres ni te entristezcas demasiado, tu salud es lo más importante.
¡El Anciano Xuan había gastado la fortuna de media vida para tener esta hija, simplemente no podía soportar el dolor de perderla en su vejez!
No se atrevió a decirle que ya se había realizado una prueba de paternidad, temeroso de que Xuan Lengyue se agitara demasiado.
La mirada de Xuan Lengyue era fría y distante, y sus ojos almendrados eran excepcionalmente hermosos.
—Papá, ¿ya has hecho la prueba de paternidad? Te escuché hablar con el abogado la última vez, diciendo que transferirías todas las propiedades a tu nombre a Shaojia.