La malicia privada de Wanqiu, Zhiyi ya la había experimentado en su vida pasada.
Cambiaba entre dos caras con facilidad, y su actuación era impecable.
En su vida pasada, Zhiyi intentaba explicar las cosas de todas las formas posibles, pero ahora se dio cuenta de que no había necesidad de tomarse tantas molestias para lidiar con Wanqiu.
Bastaba con volverse loca.
Zhiyi dejó su teléfono y agarró la cafetera hirviendo, dándose la vuelta bruscamente.
—¿Tu boca es tan sucia porque no te la han escaldado lo suficiente?
—Señorita Song, ¿le gustaría probar lo que se siente ser atormentada por una loca aquí?
—Yo he perdido un trabajo, pero tú estás perdiendo tu propia cara, así como la de la Familia Song y el Tercer Joven Maestro... ¿puedes permitirte eso?
Efectivamente, tan pronto como vio la cafetera, los músculos faciales de Wanqiu se crisparon instintivamente, su base de maquillaje casi desprendiéndose.