Song Wanqiu rechinó los dientes con rabia pero permaneció obstinadamente en silencio.
La hoja bajó directamente contra la piel de Qin Shuang.
—¡Wanqiu! ¡Salva a mamá! ¡Se ha vuelto loca! —gritó Qin Shuang.
—Lin Zhiyi, no hagas esto. Sé que la verdad es difícil de aceptar para ti, pero mi madre es inocente —desvió Song Wanqiu la conversación entre lágrimas.
Sus mejillas se tornaron rojas mientras lloraba inconsolablemente, pero se negó a admitir cualquier delito por parte de su madre.
Esto mostraba claramente lo hipócrita que era.
Todos habían conocido a Song Wanqiu durante más de tres años y la habían visto actuar de manera convincente. Por un momento, no estaban seguros de a quién creer.
En ese momento, el Viejo Señor Gong habló en voz alta:
—Lin Zhiyi, ¿has perdido la cabeza? Suelta a la Señora Song. ¿Crees que puedes engañar a todos con algunas grabaciones falsas?
Esas palabras no hirieron el corazón de Lin Zhiyi, sino el de Gong Shiyan.