Especialmente la general que lo protegía en todo momento.
Estaba claramente a punto de morir, pero aun así protegía a Li Xuan. Esto hizo que Li Xuan suspirara profundamente.
—General Chu Wanqiu, dame tu mano —Li Xuan miró repentinamente a la general.
—¿Eh?
La general quedó ligeramente aturdida. Sus ojos estaban llenos de confusión, pero aun así eligió confiar en Li Xuan. Levantó su suave y pequeña mano.
—Realmente es una maldición. No ha sido fácil para ti vivir hasta ahora.
Li Xuan la examinó cuidadosamente y se dio cuenta de que era exactamente la misma maldición con la que él había sido maldecido en aquel entonces.
En aquel momento, él había sido maldecido y su cuerpo había muerto instantáneamente. Si no hubiera reencarnado, habría muerto hace mucho tiempo. Li Xuan conocía claramente el poder de una maldición tan poderosa.