—¿Ya cuatro estrellas de favorabilidad?
Han Jue suspiró en secreto. Ignoró a sus discípulos y caminó hacia la morada en cueva de Xing Hongxuan.
Al llegar allí, ella lo recibió calurosamente.
Han Jue quería hablar con ella primero, pero no esperaba que ella estuviera tan ansiosa.
Tuvo que usar sus poderes Dhármicos para envolver la morada en cueva para evitar que cualquier conmoción se propagara.
Un mes después.
Los dos se sentaron uno frente al otro con ropas limpias.
Han Jue sacó la Corona Glaseada del Señor del Hielo y se la dio.
Xing Hongxuan la aceptó felizmente y dejó de intercambiar cortesías.
Ella sacó las píldoras que casualmente había obtenido y quiso dárselas, pero él las rechazó.
—Ya no necesito nada del mundo mortal. Deberías cuidarte en el futuro —dijo Han Jue sonriendo.
Aunque tenía muchas amigas, aún le gustaba más Xing Hongxuan.
El amor era barato, pero la verdadera acción era rara.