—Muy pocas personas saben que en realidad hay dos flores en el imperio, la violeta y la rosa roja.
Nicholas miró a la chica del vestido rojo desde lejos, su mirada suave mientras decía:
—Elin es tan hermosa como su madre cuando era joven, y también anhela la libertad. Una odia ser princesa, y la otra odia ser reina, jeje.
Nicholas giró la cabeza para mirar profundamente a Joelson y dijo:
—Por lo que sé, Elin dejó la ciudad del rey contigo. Ustedes dos estuvieron juntos por lo menos un mes.
Elson frunció ligeramente el ceño e intentó explicar, pero Nicholas agitó su mano.
—Piénsalo bien, Edward. Tu ceremonia de medallas será en tres días. Espero escuchar tu respuesta frente a toda la ciudad inmortal.
Joelson permaneció en silencio.
—En realidad, Maestro, puedes pensarlo. Esa pequeña, Elin, es bastante buena. No esperaba que fuera una princesa.
La voz de Frederick resonó en el oído de Joelson. Joelson dijo en voz baja y fría:
—Cállate.