¡Franklin Regresa y Desafía!

Isabelle levantó la cabeza y vio la pequeña figura en la torre del reloj. Era Elin.

Isabelle podía reconocer su cabello rojo. No era un linaje violeta ortodoxo.

Si no fuera por el favor de Nicholas, ella no estaría calificada para ser llamada princesa.

Isabelle sabía que Elin debía estar mirándola con envidia en este momento.

Siempre había sido así desde que era joven. No podía competir con ella, pero siempre ponía una mirada desdeñosa.

Al igual que su extraña madre muerta, siempre quería escapar del palacio.

Isabelle realmente no sabía qué tenían de interesante esas calles sucias que cubrirían sus zapatos de cristal con polvo.

Ella prefería estar rodeada de admiración y elogios, y dejar que esos llamados genios lucharan por ella. Este era el placer de la princesa.

Así que ahora, todo el continente sabía que la flor violeta era ella, Isabelle.

No era una rosa silvestre en la esquina del muro.

Un rayo de luz cruzó el cielo, y los ojos de todos se iluminaron.