En un instante, el Dragón de Acero y Hades fueron llevados al espacio del Rancho del Dios Dragón, dejando solo a Du Lu —quien era el más rápido— para llevarlo mientras huía frenéticamente.
Cuando Cítara Sagrada vio esta escena, quedó atónita. Nunca había pensado que Joelson sería tan decisivo.
—Me ocuparé de ti ahora.
El esqueleto de diamante murmuró para sí mismo y su atención volvió a Cítara Sagrada.
Había venido a matar a Cítara Sagrada en primer lugar.
Cítara Sagrada quiso darse la vuelta y escapar pero se dio cuenta de que el espacio a su alrededor había sido congelado nuevamente. La mano del esqueleto de diamante cayó lentamente como una cuchilla.
¿Iba a morir aquí?
Cítara Sagrada abrió sus ojos. No había miedo ni temor en su rostro. Solo había un profundo sentimiento de renuencia y desesperación.
De repente, el sonido de un cuchillo caliente cortando mantequilla resonó en sus oídos.