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Los semidioses, al escuchar las palabras de Joelson, tenían expresiones nerviosas en sus rostros. No se atrevían a responder en absoluto.
Por lo que se veía, no parecía que Joelson tuviera buenas intenciones hacia ellos.
El dios miró con cautela al enorme dragón dorado-rojizo detrás de Joelson. El sudor frío comenzó a gotear por su frente, y se sentía extremadamente nervioso.
Al ver las reacciones de estas personas, Toby entendió que esta persona montada en un dragón aterrador no estaba del lado del Reino Divino de la Matanza.
Sin esperar a que respondieran, Toby fue el primero en hablar:
—¡Milord, ellos son gente del Reino Divino de la Matanza! ¡Fueron ellos quienes nos persiguieron hasta aquí!
Joelson miró a Toby, luego dirigió su mirada a uno de los semidioses.
—Tuviste suerte de escapar en el plano de prueba. Esta vez, no tendrás tanta suerte —dijo.
Mientras hablaba, una sensación fría se extendió por el vacío.