Al Oeste, a Predicar

—Tzz...

Qin Manyun contuvo una respiración fría. ¡Lo que dijo Luo Shiyu era demasiado impactante!

—Shiyu, esto es un asunto importante. ¡No inventes cosas! ¿Por encima de un Inmortal? ¡Eso es absurdo! —dijo con una mirada seria.

—Hermana Manyun, no me lo estoy inventando. Para ser franca, ¡ese comentario ni siquiera le hace justicia! —los ojos de Luo Shiyu estaban serios y llenos de asombro. Si no lo hubiera visto con sus propios ojos, nunca habría creído que existiera este tipo de personaje importante en el mundo.

—Tú... esto... —Qin Manyun estaba confundida. No sabía qué decir. Sabía que no debería creerlo, pero en el fondo de su corazón, ¡una voz le decía que esto era verdad!

«¿Por encima de un Inmortal? ¿Qué lógica era esa?», pensó.

El nivel de Luo Shiyu no era lo suficientemente alto. Quizás no conocía el valor de esas tres palabras. ¡Pero en realidad, sí lo sabía!