—Señor Li, el costo de esto no es nada para mí. Por favor, no se sienta mal —dijo apresuradamente Qin Manyun.
—Eres muy amable pero no puedo aceptar tu oferta —continuó Li Nianfan negando con la cabeza.
Los gestos normales que le mostraron estaban bien, pero este hotel era demasiado lujoso. No podía dejar que ella pagara la estadía. ¡Les debía demasiado! No había necesidad de eso.
—Señor Li, me he beneficiado enormemente de la partitura que me envió. Incluso me ha mostrado todo tipo de buena comida. Para mí, son más preciosos que las Piedras Espirituales. Por favor, déjeme pagar por esto —Qin Manyun miró a Li Nianfan con sinceridad.
Li Nianfan estaba sumido en sus pensamientos. Qin Manyun era obviamente una tirana local. Para los tiranos locales, el dinero no era nada. Para ellos, la felicidad y el disfrute eran las cosas más importantes. A ella le gustaba la música y había probado su comida, así que debía haberse sentido bien y feliz. A cambio, no le importaba el dinero gastado.