Morder el Toro

—Señor Li, el Hermano Zhou y el Emperador Santo todavía tienen asuntos que atender. Me temo que tendremos que quedarnos aquí un poco más —dijo con cautela Qin Manyun después de pensar cuidadosamente su respuesta.

—No te preocupes, lo entiendo —dijo Li Nianfan con indiferencia.

Lo habían ayudado tanto, lo trataron tan cortésmente, e incluso lo ayudaron a vengarse. Por supuesto, no le importaba este asunto menor. Después de ese incidente, la forma en que Daji lo miraba había cambiado significativamente. ¡Quizás estaba impresionada por él y se sentía atraída por su masculinidad!

Li Nianfan se sentía bien consigo mismo. ¡Defender a su mujer era el deber de un hombre!

Qin Manyun dejó escapar un largo suspiro de alivio. Su corazón latía con fuerza. Era evidente que el experto sabía que el Hermano Zhou y los demás se habían ido a destruir a la Familia Liu. Por eso dijo que lo entendía. ¡No podía esperar a que toda la Familia Liu fuera destruida!