Li Nianfan no enfatizó sus palabras, ¡pero sonaron como una explosión para su audiencia!
¡Ninguno!
Especialmente para Yao Mengji y Qin Manyun. Sintieron que les picaba el cuero cabelludo y sus corazones latían aceleradamente.
¿El experto tenía... un motivo?
Normalmente, al experto no le importaba nada. ¡Aun así, fueron capaces de obtener enormes oportunidades entre sus dedos!
Ahora... ¿el experto ya no estaba imperturbable?
¡Imaginen qué tan grande sería esta oportunidad!
¡Debía estar más allá de sus imaginaciones! ¡Muy aterrador!
No pudieron evitar fijar sus miradas en Zhou Yunwu. Tanta envidia emanaba de ellos que anhelaban reemplazarlo.
«Amigo, ¿te das cuenta siquiera?»
«¡Estás de suerte! ¡Vas a tener mucha suerte!»
Qin Manyun no pudo evitar decir:
—Maestro, de repente envidio a la gente común.
Yao Mengji suspiró y dijo amargamente:
—Yo también.