Dragin estaba en el patio trasero, pero calculaba silenciosamente el tiempo. Para un dragón, unos minutos eran como segundos, pero ahora se sentían como años. ¡Cada minuto era tan largo!
Nadie tuvo que llamarla. Dragin ya había salido corriendo del patio trasero.
—¿Está listo?
Li Nianfan asintió y sonrió.
—Sí, está listo.
Se acercó y levantó la tapa gradualmente. El humo no era demasiado espeso. El aire ya estaba impregnado de un leve toque de dulzura. Ahora, era aún más fuerte.
La fragancia llegó a su nariz. Aunque su aroma no era tan intenso como el de los platos, esta fragancia era más refrescante y relajante. Hacía que uno se sintiera más a gusto.
—Qué olor tan extraño.
Huevo, harina, miel y algo de aceite. Esta receta no se encontraría en este Reino Inmortal. Sin embargo, mezclarlos los hacía aún más tentadores y seductores.