La pequeña zorra saltó y brincó rápidamente. Sus nueve colas parecían rozar las nubes. Se sentía bastante alegre.
Pronto, se fundió con las montañas lejanas.
Sus ojos parpadearon. Parecía estar hablando consigo misma:
—¡Aquí vienen los cebollinos, aquí vienen los cebollinos!
Estaba a punto de saltar a otra colina cuando tres figuras repentinamente se abalanzaron y rodearon a la pequeña zorra.
—¡Cultivador, por favor, espera!
Las tres figuras eran tres Inmortales Reales. Eran fríos y poderosos. Tenían sonrisas amistosas en sus rostros.
Uno de ellos dijo:
—Estamos muy interesados en los cebollinos que nos trajiste, cultivador. ¡Mientras nos digas la fuente, garantizaremos tu seguridad y te daremos muchos beneficios!
La pequeña zorra se paró sobre sus patas traseras. Miró hacia arriba a los tres cultivadores montados en nubes. Sus ojos negros brillaban.
—Dejen de bromear, cultivadores. ¡Los hemos estado esperando durante mucho tiempo!