El Demonio Pulpo en el fondo del mar seguía desconcertado. No tuvo tiempo de darse cuenta de lo que sucedió, y mucho menos de arrepentirse y redimirse. Fue vaporizado en el acto.
El Rey Anguila fue quemado por el rayo. Al instante tenía una porción de carne chamuscada. Estaba gravemente herido.
Sin embargo, no le importaba su herida. Miró a Li Nianfan, desconcertado y mirándolo como si hubiera visto un fantasma. Su mandíbula estaba abierta en un ángulo de noventa grados.
—¿Qué... qué... qué está pasando?
—¿Esto no es hacer trampa?
El rayo había desaparecido, pero el aire seguía lleno de sus rastros. Chisporroteaba alrededor de todos. Nadie se atrevía a moverse ni un centímetro.
Li Nianfan se levantó lentamente y se tocó la espalda. Luego, despegó suavemente un tentáculo de su hombro.
—Vaya, qué tentáculo de pulpo tan grande.
Li Nianfan abrazó el tentáculo. Ya había decidido que iba a comérselo. Era una lástima que solo tuviera un tentáculo.