En este momento, Wang Teng y sus compañeros ya habían llegado a las afueras de la Ciudad del Tigre Carmesí.
Se escuchaban disparos continuamente, y todo tipo de rayos de Fuerza llovían sobre ellos desde todas las direcciones.
Wang Teng y sus compañeros conducían sus vehículos y aceleraban a través de la lluvia de balas y explosiones de Fuerza. Afortunadamente, la velocidad de reacción de los guerreros marciales era rápida, por lo que lograron evadir los peligros, aunque por un pelo.
Sin embargo, el impacto de las explosiones de Fuerza formó muchas ondas de aire que cortaban su piel como dagas voladoras.
En un instante, quedaron cubiertos de sangre.
Tal como esperaban, no había muchas guarniciones ni puestos de vigilancia en la parte trasera de la ciudad. Además, los guerreros marciales militares de otros lugares no pudieron llegar a tiempo.
Su mejor esperanza era detener a Wang Teng y sus compañeros en la ciudad. Desafortunadamente, habían subestimado la capacidad de Wang Teng.