El enorme ojo rojo viajó a través de dos mundos mientras miraba el paraíso debajo.
—¡No lo miren!
Alguien gritó.
Sin embargo, era demasiado tarde.
Una vez que una persona normal miraba al ojo, una ilusión se apoderaba de sus sentidos. Escuchaban un sonido que no podían comprender, un sonido que no deberían oír.
Su racionalidad se reducía a pedazos, y un miedo desconocido se disparaba en sus corazones. Se convertían en maníacos y comenzaban a correr sin rumbo. Gritos miserables llenaban los alrededores.
Esta escena hizo que la sangre de todos se helara.
Aquellos que escucharon el aviso bajaron sus cabezas a tiempo y dejaron de mirar el ojo rojo.
Wang Teng sintió que su mente también era invadida. Una presión poderosa y brutal penetró su consciencia.
En algún lugar profundo de su mente, un poder espiritual profundo atrincherado como un dragón brotó.
¡Poder espiritual del Reino del Emperador!
Aplastó la salvaje presión mental y la forzó a salir de su mente.