El dragón gigante de relámpagos flotaba en el aire. Los truenos retumbantes se convirtieron en los rugidos de los dragones, ensordeciendo los oídos de todos.
El público miraba al cielo asombrado. Nunca olvidarían esta escena en toda su vida.
Wang Teng también estaba mirando fijamente al dragón. Sin embargo, no había miedo en sus ojos.
«Ya he llegado hasta aquí. Vamos a apostar.
¡Dejaré el resto al destino!»
Wang Teng sonrió. Honestamente, él también era un maniático.
Cerró los ojos. Las imágenes de sus experimentos aparecieron en su mente.
—¿Has aceptado tu derrota? —una sonrisa burlona apareció en los labios de Ren Qingcang.
La escena también se mostraba en la pantalla grande. Todos estaban desconcertados. ¿Se había rendido Wang Teng?
El ataque de Ren Qingcang era indomable, sin duda, pero este era ya el paso final. ¿Cómo podría rendirse voluntariamente sin intentarlo?
El comentarista dijo: