¡Puedo intentarlo!

Los jóvenes maestros de runas no escucharon los pensamientos de Wang Teng, pero se estremecieron inconscientemente. Sintieron un aura maligna envolviéndolos.

Se reunieron y comenzaron a discutir en voz baja, mirando ocasionalmente a Wang Teng. Era obvio que estaban hablando de él.

Estos talentosos jóvenes maestros de runas raramente tenían interacciones entre ellos, pero ahora estaban unidos por un odio común hacia un enemigo común.

—Ni Wenguang, creo que no deberías discutir con él. ¡Wang Teng es un demonio!

—Es cierto. Su dominio de las runas está a un nivel aterrador. No puedo imaginar cómo lo hizo.

—Escuché a mi maestro decir que el dominio de runas del Maestro Gorlin es superior al suyo. No esperaba que su discípulo también fuera tan poderoso.

—De tal maestro, tal discípulo. Ni Wenguang, no pelees con él. ¡No puedes ganar!