¡Rugido!
El Dragón-Simio Titánico, de cuatro a cinco pisos de altura, soltó rugido tras rugido. Sus brazos, que contenían una fuerza hercúlea, lanzaban golpe tras golpe mientras atacaba frenéticamente a los aventureros humanos.
Sus garras afiladas como navajas eran capaces de partir montañas y cortar rocas, y eran excepcionalmente agudas. Sus rugidos producían ondas sonoras turbulentas que sacudían cielo y tierra. Emanaba un poder extremadamente horroroso y temible en todo su ser, como una bestia salvaje de tiempos primitivos.
Comparados con él, los tigres y leones feroces eran prácticamente bebés adorables.
Sin embargo, se encontraba actualmente en una situación extremadamente peligrosa.