La Catedral del Dios Dragón era de un color blanco níveo en su totalidad.
¡Elevada y majestuosa, grandiosa y magnífica!
¡De estructura cuadrada y porte solemne!
¡Y por último, pero no menos importante, digna y santa!
Frente a la Catedral del Dios Dragón se alzaba un altar de aproximadamente 1.000 pies de altura. Enorme como una cordillera montañosa, toda la estructura estaba elaborada en oro y parecía una pirámide con la punta cortada.
Una estatua dorada de un Dragón Colosal de 1.000 pies de altura se erguía en la cima del altar. Tenía filas y filas de escamas doradas de dragón, garras feroces y afiladas, ojos solemnes e imponentes...
Resplandecía con un brillo dorado, su poder divino vasto y majestuoso, y emanaba un aura dominante santa e intocable que llegaba hasta los cielos y se hundía en la tierra.
...¡Era una estatua del Dios Dragón!