El Fénix Divino del Inframundo, Los Humanos Primordiales

A pesar de unos meses de ausencia, prácticamente no había cambio en Pequeño Oro. Seguía siendo del mismo tamaño, aunque su aura se había convertido vagamente en la de una Bestia Mágica de Octavo Grado ahora, habiendo experimentado una mejora asombrosa.

—¡Jefe!

Al ver a Meng Lei, Pequeño Oro saltó hacia adelante con sorpresa y alegría, frotando su cabeza contra Meng Lei íntimamente.

—¡Ha pasado tiempo, Pequeño Oro!

Meng Lei acarició a Pequeño Oro en la cabeza, con una sonrisa alegre también en su rostro.

—Burbujas, déjame presentarte a mi amigo. ¡Este es Pequeño Oro!

—¡Pequeño Oro, este es Burbujas!

—¡Hola!

—¡Hola!

El Titán y la hormiga se saludaron, ambos algo asombrados por la identidad del otro.

¿Una Hormiga Dorada Mata Dioses?

¿Un Titán Caído?

¿Por qué tendría el Maestro/Jefe un amigo así?

—Pequeño Oro, debes saber dónde están las Hadas Oscuras, ¿verdad? —preguntó Meng Lei sonriendo.

—¿Las Hadas Oscuras?

Pequeño Oro asintió y respondió: