Después de haber confirmado que los Mutantes no aparecerían durante todo el invierno, me quede aprendiendo todo lo que podía de Hanz sin salir al bosque. Ya sea mejorando el estilo de combate que elegí, como aprender cosas menos violentas; hacer ropa, preparar comidas y a mantenerla, métodos para sobrevivir en el bosque en las diferentes estaciones del año. Fueron días bastante ocupados, ya que también en mis descansos, por llamarlos de alguna manera, me dedique a aprender a leer.
Al principio me costó entender como conectar una línea con otra para poder encontrarles formas que en mi mente me dieran la impresión de ser letras, pero después de practicar bastante tratando de escribir por mi cuenta en hojas usando lápices que Hanz me regalo comencé a agarrarle el ritmo.
Además, como pensaba al tener el cerebro en desarrollo de un niño aprendía tan rápido y fácil que me mareaba un poco la disparidad que había entre mi percepción de lo que aprendía y la velocidad en la que lo hacía. El constante estado en el que me involucraba con toda la familia de Hanz comenzó a hacerme darme cuenta de lo absurdo y estúpido que fue pensar en que podía haber usado a estas personas para aprender cosas sin que desarrollaran sentimientos de cercanía por mí.
Creí qué si aclaraba desde un principio que algún día me iría ellos no se encariñarían conmigo, con este niño, pero al pasar los meses el trato que me daban se sentía cada vez menos distante. No era cuestión de que me hubiera comenzado a corregir mi actuar, yo seguía actuando de manera distante como solo sabia comportarme, pero eso a ellos no les importaba y seguían encariñándose y haciéndose más cercanos a mí. Era extraño no saber con certeza la diferencia que había entre mis propios sentimientos con los de este niño.
Yo estaba seguro de no haberme encariñado con ellos, pero los sentimientos remanentes de este niño me hacían dudar de ello pues cada día se sentía tan cálido que podía decir sin sentir vergüenza que esto era la experiencia más cercana que ambos hemos tenido con el concepto de ser feliz. He pensado eso tanto al punto en que varias veces me he planteado si debo o no continuar con ese objetivo que hice sobre irme para matar al padre de este niño. Este estilo de vida no me molestaba y tampoco me aburría ya que siempre tenía algo que hacer, y las vistas como la comida eran las mejores.
Y debido a que este niño no albergaba odio o resentimiento en lo más mínimo, no tenía mucho entusiasmo por ir tras ese cerdo. De hecho, podía sentir como él le tenía cierto miedo por lo que menos ganas me daban de pensar en la idea de buscarlo. Para empezar, aunque tuviera ganas de matarlo y me fuera de aquí en busca de ese macabro objetivo de convertirme en un parricida ¿Luego qué?
Dudo mucho de que Hanz me deje irme sin contarle el por qué, mentirle no era una opción ya que en el momento de volver los sentimientos que ahora tengo no me dejarían disfrutar de la vida aquí sabiendo que le mentí sobre algo así.
No me quedaría más opción que nunca volver e irme en busca de una razón para continuar. Después de pensar en todo eso, la pregunta ¿Realmente debería irme? surgió. Claro que podía desear tener la suerte de que Hanz y su familia me dejen irme sin preguntarme nada y diciéndome que puedo regresar cuando quiera, pero mi mente retorcida no me permitía ser tan optimista.
Me encontraba mirando el cielo despejado de la primavera junto a esa fragante sensación de renovación que daba en el aire. El invierno termino hace una semana por lo que la nieve ya se estaba derritiendo, eso dejaba un clima agradable y unas vistas que no me cansaba de mirar. Eso me hizo recordar que no he ido al bosque con Hanz pese a que estuvimos algo nerviosos pensando que los Mutantes podrían acercarse aquí después de terminar la hibernación. No hemos hablado del tema y como me distraje con lo de aprender a leer se me olvido por completo.
“Con que aquí estabas ¿Disfrutando la vista?”
Asomando su cabeza, Hanz subió al techo de la casa en donde suelo descansar. Como la estúpida Oveja nube me persigue de vez en cuando, termine eligiendo este lugar para descansar o pensar. Cuando sugerí matarla Rosa casi se pone a llorar y pidió que la dejemos enseñarle a que no me atacara, lo que funcionó solo cuando ambas están juntas.
Con Hanz supusimos que en omnívoros las ganas de matarme no son tan fuertes como en carnívoros, pero quien sabe, quizás la mocosa es buena con los animales. Para nada tengo envidia de eso, si, ni en esta vida como en la otra voy a estar destinado a llevarme bien con seres vivos que puedan moverse más allá de sus raíces.
“Hanz... ¿Crees que esto está bien?”
He estado con la cabeza tan llena de pensamientos sobre esta nueva vida que no sabía cómo ordenarlos, todo eso junto a estos sentimientos que he experimentado gracias a este niño me impidió comportarme como siempre lo he hecho. Sin darme cuenta, busque una manera de encontrar algún consejo que me ayudara a tomar una decisión. Por supuesto, fue una pregunta demasiado ambigua para que Hanz pudiera entender cómo responderla. Él se sentó a mi lado y miro el mismo horizonte que yo miraba.
“¿Lo dices por tu padre?”
Abrí los ojos sorprendido por lo perspicaz que era Hanz, seguramente noto que en estos días he estado más callado y pensativo de lo normal. Debió notar que suelo quedarme mirando al bosque y lo interpreto como mi manera de pensar sobre el lugar del que había huido. Su tono me hizo pensar que lo decía por creer que yo quería volver con él o algo por el estilo, lo cual no estaba del todo lejos de la verdad. El problema era el motivo, no se trataba de un niño queriendo regresar a los brazos de su padre precisamente.
“Hasta ahora pensaba que vivir un día más era suficiente, buscar algo que hacer para no pensar. Siempre ocupado buscando una manera de obtener comida o refugio, pero ahora es diferente…”
Después de eso, ya no sabía si quien hablaba era este niño o yo. Era demasiado sentimental para ser yo, pero demasiado racional para ser él. Solo seguí hablando, tratando de buscar algo que no podía obtener por mí mismo.
“Puedo y quiero aprender cosas, tengo un lugar donde gente me espera para comer en una misma mesa con una sonrisa, puedo pensar en otras cosas sin miedo a estar perdiendo el tiempo, tengo momentos en los que puedo relajarme y solo mirar las nubes... Pero he estado pensando en que tal vez debería hacer algo más que solo seguir haciendo lo que he estado haciendo. El problema es que… ¿Y si eso causa que pierda todo lo que tengo ahora?”
Usando mis propias impresiones de la situación, busque palabras que me ayudaran a recibir indirectamente un consejo sobre que rumbo tomar ahora. Tanto antes como ahora, solo sabia vivir sin pensar en nada más que aguantar un día más. En ese aspecto, tanto yo como este niño no sabíamos cómo se supone que hay que vivir.
Viví lo suficiente en esa vida para que en esta pudiera saber que sin objetivos esto no tiene ningún sentido y que tarde o temprano tomaría la opción de darle yo mismo un final, pero ahora me estaba preguntando si el que elegí era realmente el que debía seguir, pues el costo de seguirlo podría ser perder todo esto, y ya no estaba seguro de si iba a soportar eso.
Hubo un momentáneo silencio, uno en el que podía sentir como Hanz se detenía a pensar cuidadosamente su respuesta. Ignoro por completo el hecho de que escucho a un niño de seis años hablar de esa forma y se concentró por completo en darle una respuesta que lo ayudara. Daba la impresión de que ya ni siquiera se molestaba en pensar en que definitivamente no está hablando con un niño.
“... En la cacería, la experiencia es lo que más te puede ayudar. No importa que tanto te expliquen algo y cómo hacerlo, nunca sabrás lo difícil o fácil que te puede ser si no la haces por ti mismo... La vida es algo parecido, yo que he vivido más tiempo que tú puedo decirte que caminos pueden guiarte a lugares donde se encuentre el ciervo que quieras cazar, pero al final tú eres el único que puede elegirlos y ver las dificultades que te encontraras al caminar por ellos para encontrarlo... e Incluso si te señalo por donde mirar y por donde moverte para llegar hasta el, de ti dependerá que no se escape o decidir si ese era el que realmente buscabas una vez que empieces a verlo desde lejos... Es ahí donde toda tu experiencia… los recuerdos que tengas y las cosas que has aprendido te ayudaran a llegar a el o al siguiente si aquel se te escapa o no satisface tu hambre. Lo importante es que sepas bien que siempre tendrás que seguir buscando al siguiente, tú más que nadie deberías saber que no podemos vivir con solo uno ¿Verdad?”
Escuche en silencio las palabras de Hanz, mirando como el anaranjado sol del amanecer surgía desde el horizonte. Las palabras de Hanz resonaron como una epopeya que dictaminaría mi forma de comportarme de ahora en adelante, como el consejo de vida de un padre que nunca recibí. Tenía mucho en común con mi decisión de plantearme objetivos, pero la manera en la que él planteaba esa acción era mucho más decente. Sonaba de forma mucho más humana.
Podía ser tan simple como pensar que haré para comer o complicado como buscar un propósito para vivir. Como él dijo, dependía de mí elegir cual ciervo cazar y cómo hacerlo. Al final, es imposible saber con qué dificultades me enfrentare persiguiéndolos, pero puedo confiar en mi experiencia para enfrentarlos y lograr darles caza.
“Yo... Quiero quedarme aquí y seguir aprendiendo cosas...”
—Cómo es vivir realmente...
No pude decir eso último en voz alta, seguía sin saber si esto era lo correcto y no quería dejarme llevar demasiado por el ambiente. Si bien sentía en el fondo que parte de esa decisión la tome por influencia del anhelado deseo de este niño de tener una familia, no me importaba. Yo no deseaba nada de todos modos, morí y con eso mi historia debería haber acabado. Si estoy aquí no es para buscar ser mejor o perseguir algo que en esa vida no alcance, estoy aquí y ya
Nunca desee poder vivir más de lo que aguante o vivir otro tipo de vida, de lo contrario no hubiera muerto de esa forma y sin que me importara tan poco. No hay razones para que este aquí, lo único que tengo es el hecho de que ahora comparto una historia con este niño. Si él no desea matar a su padre, entonces para mí eso debería ser suficiente para dejar de lado ese ciervo y comenzar a buscar otro que si queramos cazar. Lo primero que había decido al llegar aquí fue respetar su historia, quizás esto era lo mejor.
“... Me alegra escuchar eso. Puedes quedarte el tiempo que quieras”
De esa manera di por cerrado el tema sobre matar al padre de este niño, no podía irme de aquí con ese tipo de objetivo en mente. Si me iba a ir de aquí debía ser con una razón que me permitiera volver. Ver la sonrisa aliviada y satisfecha de Hanz fue suficiente para hacerme pensar que esa fue la decisión correcta.
Después de desayunar, hable con Hanz sobre ir al bosque a investigar sobre los Mutantes. Era un tema que no dejaba de aparecer en mi cabeza. No era un asunto menor. Si me iba a quedar aquí tengo que averiguar bien sobre cómo lidiar con eso de que este cuerpo los atrae. Si ignoro eso, la posibilidad de que una cantidad con la que ni yo ni Hanz podamos luchar llegue hasta aquí no era cero.
Él en cierta medida era consciente de ese hecho desde el principio, por eso me hacía usar trajes de Lobo abismal que al menos nos daban la impresión de que servían para disminuir la facilidad con la que me encontraban.
—...—
“… Se te ocurría una idea peligrosa y bastante agresiva, pero vale la pena intentarlo”
Íbamos caminando por el bosque y Hanz me miro dudando de mi juicio y a la vez elogiándome por lo que se me había ocurrido. Quise comenzar a experimentar con el tema del rastro únicamente perceptible para los Mutantes. Con Hanz pensábamos que era el olor corporal ya que me han atacado en ocasiones en las que no deberían de haberme visto o sentido considerando que llevaba puesto el conjunto de Lobo abismal, pero sabíamos que eso no era todo ya que la sangre también dejaba un rastro de ese olor. Teniendo eso en cuenta, quise poner algo a prueba.
En un bolso grueso cubierto con pelaje de Lobo abismal, llevábamos lo más tapadas posiblemente varios pares de conjuntos de ropas normales impregnadas con el olor de este niño. Quería confirmar cuál es el olor que más los atrae, de esa forma la fuente que más secrete dicho olor debería ser un blanco para los Mutantes y por lo tanto algo que debo evitar causar. Sudar o sangrar, si pudiera evitar ambas sería lo ideal, pero en este mundo dudo mucho que pueda hacer eso. Aun así, era información importante.
“Después de haberme bañado con todas esas hierbas olorosas que me paso Iris y ponerme esta versión más completa del conjunto de Lobo abismal, esa ropa debería de tener más olor mío del que yo mismo tengo ahora”
El conjunto de Lobo abismal según Hanz es un camuflaje infalible en todo aspecto. Disminuye el olor que sale de tu cuerpo al neutralizarlo con una especie de fragancia especial que el pelaje mismo tiene, la cual es prácticamente una pantalla de humo que reprime por completo los olores.
También sirve para disminuir todo lo que se pueda sentir instintivamente como tu presencia de una manera en la que provoca que no puedan sentirte acercándote por cosas como presentimientos o estando con la guardia en alto. Por si eso fuera poco te permite no proyectar ninguna sombra como si fueras una especie de objeto transparente o más precisamente un objeto que no refleja luz.
Si juntas todas esas características con una habilidad innata para no hacer ruido, prácticamente podrías pararte al lado de la persona más paranoica posible y no te notaria. Yo era el ejemplo más claro de eso, cuando lo supe finalmente entendí porque me era tan difícil sentir la presencia de Hanz.
No quise siquiera intentar averiguar con qué clase de lógica funciona esa “Ropa” si puede llamarse así. Sin duda este lugar era lo suficientemente absurdo como para reducirlo a que algo como eso era simplemente posible y nada más.
Por lo que llegue a saber, Hanz mató a todos los Lobos abismales de esta zona por lo peligrosos que eran hace al menos un año. Me sorprendió saber que fue capaz de matar criaturas así. No quiso alardear de como lo hizo, solo menciono un breve “Hice lo que los cazadores hacen, no estoy orgulloso de ello”
Eso me llevo a pensar en hacer lo que íbamos a hacer ahora. Sin embargo, con Hanz teorizamos distintas cosas desde que ese camuflaje perfecto no funciono para ocultar a este niño. Una de las primeras cosas que se nos vino a la mente era que hasta ahora no use el conjunto completo, tenía el pantalón hasta las rodillas cuando me ataco el Oso desgarrador y andaba con los pies descalzos y con mangas cortas, cuando nos atacaron los Lobos cambiantes lo único diferente fue que use esos calcetines con agujeros y los pantalones bien puestos. Nada muy diferente, aunque quizás detalles que si influenciaban.
No use el conjunto completo en ninguna de las dos ocasiones. Podría parecer una tontería, pero si pensamos que el olor que detectan los Mutantes es altamente atrayente, la más mínima fuga de este podría revelar mi posición de inmediato o cuanto menos dejar un rastro de esta.
Hanz decía que el efecto represivo del olor no era tan voluble para que eso lo afectara y por eso al principio no estaba del todo convencido, pero claro que esa regla aplicaba en estándares de Regulares y Mutados así que nada estaba comprobado a ciencia cierta cuando se trataba de este niño que se encontraba en el medio.
Con eso en mente, pensamos que incluso el aliento, el pelo o las manos debían ser cubiertas para llevar a cabo este experimento de múltiples propósitos. Eso me dejo vestido como un soldado infiltrándose en tierras enemigas en pleno invierno o algo así. Iba cubierto de pies a cabeza por ropa completamente oscura. No deje expuesto nada más que los ojos. Eso restringía un poco mi visión y agilidad, pero en caso de comprobar que no sirva me puedo quitar todo esto rápidamente y asunto resuelto.
El plan era dejar los conjuntos de ropas en varios puntos lejanos de cada uno, con trampas preparadas de antemano. Para cuando quisiéramos comprobar si esta táctica funciona, bastaría con regresar a los puntos en donde las dejamos y revisar si algún Mutante cayo en la trampa. Sonaba fácil hacer todo eso, pero si no tenías en cuenta que si no nos alejamos rápidamente terminaremos topándonos con los Mutantes. Sin mencionar que debíamos ser sumamente cuidadosos en no quedar con el olor de los conjuntos que fuimos dejando por el bosque.
Después de varias horas llenas de un tenso y laborioso silencio, dejamos un total de cinco trampas.
Como se trataba de Mutantes, las trampas fueron hechas con esa madera especial, esa madera oscura la cual era lo suficientemente dura como para perforar la carne de todos los tipos de Mutante que hay en esta zona del bosque sin problemas.
Hanz me enseño un poco sobre como identificar ese tipo de maderas oscuras antes, él las llamaba madera robusta junto con el nombre del tipo de árbol. Los nombres de esos árboles eran los típicos que incluso alguien ignorante como yo conocía, al parecer por aquí en este mundo cosas como esas se mantienen iguales a las del otro. Como dije, no quiero pensar mucho en esas cosas ya que no tengo manera de encontrar respuestas concretas.
Puede que incluso solo me suenen iguales por la transferencia del idioma guardado en mi ahora inexistente cerebro, ya que en el cerebro de este niño no había conocimiento alguno sobre la existencia de las palabras. Es algo interesante de lo que me gustaría encontrar respuestas, pero, como sé desde un principio, nadie me las iba a dar y darle vueltas no me llevaría a ninguna parte. Era realmente molesto.
“Esta es la última...”
Con un suspiro incrédulo, Hanz al igual que yo no creía del todo lo que dijo. Durante todo este tiempo estuvimos inmersos en un silencio sepulcral, esperando a que en cualquier momento el plan se jodiera y una horda de Mutantes nos atacara. A decir verdad, yo tampoco tenía muchas esperanzas de que todo saliera bien, que no apareciera siquiera un solo Mutante era demasiado bueno para creerlo ciegamente.
“¿Cuánto tiempo deberíamos esperar antes de volver a revisar?”
El plan era largarnos apenas consiguiéramos poner todas las trampas, para no tentar a la suerte y todo eso. No podía hablar sin mirar alrededor con ojos paranoicos, una prueba de que reencarnar en otro cuerpo no te soluciona los traumas.
“Fue tu plan, tú decides. Piénsalo mientras regresamos a casa”
Diciendo algo que definitivamente no quería escuchar que dijera, Hanz le hecho sal a mi paranoia con esa frase. Me toque el puente de la nariz para tratar de callar mis pensamientos y conseguir algo de calma. No era una especie de hechizo hipnótico cien por ciento infalible, pero de algo me ayudaba.
“Si...”
Sin perder de vista lo que nos rodeaba, comencé a caminar de regreso a la casa junto a Hanz. La idea no era poner a prueba nuestra suerte así que no regresamos precisamente caminando, sin previo aviso comenzamos a correr. A pesar de su aspecto, Hanz seguía mostrándome que un Regular no es precisamente un humano. Era jodidamente rápido y ágil considerando que es una fortaleza de músculos andante de casi dos metros.
No me costaba mucho seguirle el ritmo, enfocar mi entrenamiento a la agilidad y la resistencia fue una buena jugada. Pude correr todo el tramo de vuelta a la casa sin siquiera cansarme. Claro que al ser terreno inestable no fue como si hubiéramos corrido a toda velocidad, pero fue un buen maratón.
“Vamos a comer”
Cuando regresamos, Hanz miro el cielo y decidió que antes que nada fuéramos a comer algo. Yo por mi parte suspire relajado al darme cuenta de que finalmente llegamos y no sucedió ningún imprevisto extraño. Después de ese día lleno de una inusual presión cardiaca, todo sucedió con la misma regularidad de siempre. Salvo por una cosa, mi propia percepción de la situación. Antes sentía que todo lo que hacía era un preámbulo, mi manera de prepararme para lo verdaderamente difícil.
Sin embargo, ahora que eso dejo de importarme, los sentimientos de este niño comenzaban lentamente a apoderarse de mi cabeza, de una manera que comenzaba a dificultarme ver cuáles eran los de él o los míos mucho más que antes. Nunca fui alguien capaz de sentirme verdaderamente apegado a las personas, no se trataba de que no me agradaran o que las mirara en menos. Tan simple como podía explicarlo, los veía como seres completamente ajenos a mí. Como si fueran de otra especie y que yo fuera el alíen que se disfrazaba para adaptarse al entorno.
Pero ahora al pasar de los días y los meses esa naturaleza desconectada que me había seguido hasta aquí se comenzaba a diluir, perdía contra los sentimientos que quedaron en este cuerpo. Fue una experiencia extraña a la cual no sabía si catalogar de buena o mala.
“Parece que funciono... ¿Cuervo?”
Últimamente he tenido la cabeza llena de esos pensamientos, lo que me ha llevado a estar bastante distraído. Hanz llamo mi atención lo más silencioso que podía. Estábamos ocultos en unos arbustos, nuevamente en el bosque mirando desde lejos una de las trampas que preparamos el día anterior. Decidí que un día era suficiente. Hanz no mostro objeciones ni hizo preguntas, realmente me dejo todo el asunto a mí.
“Si...”
En la trampa de pinchos que preparamos para empalar a cualquiera que se acercara imprudentemente, se encontraba un Mutante. Un Lince destripador que tenía una de las prendas que dejamos como sebo en el hocico. Como su bonito nombre indica, es un lince que tiene la mutación de estar especialmente hecho para arrancarle las tripas a sus presas de la forma más dolorosa posible.
Sus garras y colmillos en lugar de ser como cualquiera conoce tienen una deformación que los hace ser idénticos a mini cierras más hechas para causar dolor que para la eficiencia. No tengo idea como es que funciona la escala evolutiva para estas cosas llamadas Mutantes, pero definitivamente se inclina por convertirlos en monstruos.
“Puede que haya más alrededor, movámonos a la siguiente”
Ya que el Lince destripador mide un metro setenta y pesa unos ochenta kilos, estaríamos solo perdiendo tiempo intentando sacarlo de la trampa para reutilizarla. Ya sobraba decir que los Mutantes no solo tienen cambios drásticos en sus aspectos, sino que también sus cuerpos en su mayoría suelen ser enormes en comparación con sus versiones Regulares. Siento como si estuviera viviendo en la era de las especies que se extinguieron por el bien de la humanidad o algo así. Ya no me sorprendería encontrarme con una lagartija de diez metros.
Después de revisar cada trampa vimos como el plan para confirmar si el olor era la fuente que usaban para detectar a este niño fue un éxito. Ya lo sabíamos, pero no estaba de más confirmarlo. Además, hacer esto servirá para saber un par de cosas.
No hubo siquiera una sola trampa en la que no apareciera un Mutante muerto, mientras que ninguno nos atacó en todo este tiempo. Por el estado en el que estaban los Mutantes, Hanz menciono que no debieron ni pasar dos horas para que terminaran cayendo en las trampas. Como llevaba el conjunto de Lobo abismal versión completa, más un minucioso aseo personal con hierbas aromáticas, también confirmamos que esa vez que me atacaron fue debido a fugas de olor que el traje no pudo cubrir. Seguramente es un olor bastante intenso, Hanz seguía reacio a aceptar que su brillante traje de camuflaje máximo decayera por un detalle tan simple y obvio como ese.
“Vamos a ver los alrededores. Estamos bastante lejos comparado con esa vez, puede que ya no se acerquen a ti, pero los Mutantes podrían seguir cerca de la zona”
Las trampas que pusimos las colocamos lo más lejos posible de las áreas que Hanz considera como su “zona del bosque” la cual está lejos de la casa, pero no lo suficiente como para considerarla una opción para colocar las trampas sin preocuparnos. Ya de por si la enorme pradera alrededor daba una buena distancia, pero no sobraba ser precavido con esto.
Puede que con esto hayamos resuelto varias dudas, pero debido a que no queríamos y no podíamos arriesgarnos demasiado no teníamos información tan específica como parámetros de distancia y tiempo de duración. Lo más cercano a lo segundo fue averiguar que no tardan prácticamente nada en encontrar el rastro de olor de este cuerpo. Más que información nueva, esto sirvió para confirmar la que ya teníamos. Hanz sabía eso y prefirió asegurarse de que no siguiera habiendo Mutantes merodeando alrededor, yo asentí de acuerdo con eso y le seguí el paso.
Mientras hacia este tipo de cosas intentaba aprender como orientarme en el bosque y como moverme por el. Este niño ya tenía bastante conocimiento sobre eso, lo que me ayudo a que no me fuera tan difícil interiorizarme con la idea de saber cómo memorizar los caminos que he tomado. Pero claro, si hubiera hecho esto solo seguramente no hubiera podido hacerlo tan fácilmente. Con las explicaciones de Hanz he logrado entender bien el cómo es moverse por un bosque.
“¡¡!!”
—¡¿¡Qué mier–?!
“Cuervo, no... te... levantes...”
De un segundo para otro, Hanz se agacho de manera desesperada a la vez que me hizo agacharme empujándome de la cabeza. Me tomo por sorpresa y por reflejo casi saco el cuchillo rojo, pero instintivamente seguí sin preguntas sus órdenes de mantenerme agachado y me calmé lo más rápido que podía. Hice todo lo que pude para no hablar o hacer algún ruido, realmente su manera de actuar fue demasiado repentina.
Sin perder un segundo Hanz comenzó a retroceder lentamente con una mirada inusualmente alterada. Si no fuera por su clara desesperación por mantenerse lo más agachado posible, podría apostar a que se iría corriendo a toda marcha. Imite de inmediato sus movimientos, no sin antes seguir su línea de visión para ver qué fue lo que lo puso así. Fue algo tan repentino que me sorprendí de haber podido moverme tal como él quiso. De no hacerlo, la respuesta de lo que hubiera pasado se mostró ante mí sin ninguna sutileza.
—¿Qué demonios es esa cosa…?
No fue debido a una demostración de poder, ni por un tamaño desmedido e intimidante. No, lo que más me sorprendió de esa anormal criatura ante nosotros fue su manera de moverse. Sus ojos miraban al frente, hacia arriba y hacia los lados, pero en lugar de dar la impresión de que lo hacía por precaución era más como si estuviera buscando algo, algo que no le interesaría encontrar si fuera tan pequeño que tuviera que bajar la mirada para poder verlo. Sus pisadas eran ruidosas y despreocupadas, no le importaba en lo más minino revelar su posición o ver lo que pisaba, su manera de caminar demostraba por sí sola una soberbia digna de una bestia imparable.
Pude saberlo de inmediato, esa cosa no come nada que no sea mínimamente entretenido de matar. Esa era su arrogante naturaleza. Si miraba bien lo que más me servía como comparación era un licántropo, pero esta bestia se movía como un gorila y exudaba un aire similar a estos pese a su aspecto más similar a los lobos.
Sus patas delanteras eran más largas y anchas que las traseras por una diferencia casi desproporcional lo que me hizo compararlo con un gorila, su cuerpo por el contrario era delgado y largo, pero exudaba la impresión de ser más fuerte y resistente de lo que aparentaba. Sus largas garras se retraían cada vez que las levantaba del suelo, lo que daba la impresión de que las usaba para apuñalar repetidas veces a una presa sin tener que soltarla.
Los colmillos en su hocico se veían estructuralmente similares a los de un lobo, pero tenían el mismo aspecto que los del Lince destripador con la diferencia de que se veían mucho más intimidantes y grotescos, como si el mismo se los hubiera le hubiera dado esa forma de serrucho al masticar cosas demasiado duras de manera agresiva. Era una bestia que te decía por si sola que enfrentarla era un suicidio doloroso. A más tiempo la veía más entendía la reacción de Hanz, esa cosa era imposible de matar para nosotros dos.
Hasta ahora he hecho cosas que serían imposibles incluso para un adulto entrenado toda su vida, cosas con la que solo los hombres más animales soñarían con realmente intentar hacer al menos una vez, lo que me hizo creer que era cuestión de tiempo para que me convirtiera en alguien capaz de matar bestias como el Oso desgarrador en una pelea frente a frente. Sin embargo, no me podía imaginar matando a esa cosa incluso en un combate con la ayuda de Hanz y usando el estilo de espada y cuchillo perfeccionado, incluso si estuviera con una espada de la misma calidad que el cuchillo rojo. La diferencia de poder era abrumadoramente obvia. Era como ver un desastre natural con voluntad propia.
“No te muevas...”
La bestia se había acercado a nosotros lo suficiente como para estar a un metro de distancia. De no haber sido advertido por Hanz, hubiera corrido con todas mis fuerzas. Solo gracias a los tornillos sueltos que tengo pude mantenerme relativamente tranquilo, sin mencionar que ver a Hanz tan alterado y nervioso me hacía querer tranquilizarme más para no serle una carga mental más. La manera en la que miraba a esa bestia me daba la impresión de que ya había echado un vistazo de lo que era capaz.
—Ugh, huele como si se revolcara en sangre y viseras...
Tratando de encontrar algo que me distrajera de las ganas de arrancar, me percate del horrible olor de este monstruo. No se veía muy sucio o desaliñado, su pelaje de color café oscuro era tan limpio como el de cualquier animal salvaje, pero su olor pestilente a sangre dejaba en claro cuál era su pasatiempo favorito. Trague saliva de los nervios. La bestia que no se rebajaba a mirar hacia abajo estaba a medio metro de nosotros, olfateando como si hubiera percibido un olor sumamente adictivo. Olfateaba y miraba a todos lados como si quisiera detectar lo más rápido posible la fuente de aquella aromática fragancia.
Pude ver la desesperación y el pánico en la mirada de Hanz, no sabía decir si era debido a que era lo suficientemente fuerte mentalmente como para poder soportar esta situación sin entrar en pánico o si estaba tan consciente de que si se movía estaría muerto al segundo siguiente que podía mantenerse así de quieto. Casi podía escuchar sus pensamientos rogando para que ese monstruo se largara a otra parte. Lentamente me moví para sujetar el mango del cuchillo, si esa cosa salida de un libro de lovecraft nos ataca no quiero que lo último que hice sea cagarme en los pantalones.
Al menos le hare un maldito corte en alguna parte para que me recuerde. Y si me era posible, me gustaría distraerlo para que Hanz se salvara. Conseguiré que me siga a otra parte o algo así. Me costaba creer que Hanz me abandonaría a estas alturas, pero si se paraliza podría servirme de todos modos.
—Al menos él tiene que salir con vida de esto... Si me quito esta ropa, tal vez...
Había tomado mi decisión, no podía dejar que este hombre dejara atrás a su familia. Sin mencionar que esta situación bien podría ser mi culpa. No había razones para no sacrificar esta vida. Los sentimientos que albergaban en este cuerpo no me lo negaban, tanto yo como este niño estábamos dispuestos a entregar nuestras vidas si así podíamos salvarlo.
Lentamente, sin que Hanz lo notara, comencé a alejarme de él. Camine con mucho cuidado hacia un lado, tratando de encontrar una ruta llena de árboles que me permitiera tener algo de ventaja. Con esos enormes brazos estoy seguro de que no podrá seguirme demasiado rápido incluso si los puede mandar a volar. Cuando ya me había alejado por lo menos un metro de Hanz, acerque lentamente las manos a la capucha para quitármela.
—¡¿Q-Qué?!
Antes de que me quitara la capucha, la bestia pareció encontrar lo que buscaba y dio un salto que arraso la tierra y levanto una enorme cortina de polvo. Si eso no fue suficiente para sorprenderme, lo siguiente que vi fue capaz de hacerme notar lo absurdo que hubiera sido intentar siquiera huir un par de centímetros de ese monstruo.
Al segundo en que lo vi saltar hacia los árboles a mi dirección, lo vi deslizarse como una jodida serpiente a través de ellos. La flexibilidad y velocidad de ese monstruo eran demasiado para asimilar. Estaba fuera de toda categoría, ver tan absurdo monstruo rondando por esta área era como ver al final boss de la saga apareciendo en una zona de nivel uno de la primera entrega. No tenía ni siquiera la capacidad para medir cuanta diferencia de poder nos separaba.
Estaba sudando frio, ni con todo el sentido común distorsionado que ahora tenía me podía imaginar enfrentando esa cosa. No mentía, esta era la primera vez en esta segunda vida que experimentaba el verdadero miedo, uno que me advertía: No enfrentes a esa cosa. Cuando lo vi moverse, supe de inmediato lo que Hanz estuvo sintiendo desde que lo vio.
“Aah~ Aah~ T-Tenemos que irnos ahora, rápido!”
Al ver que Hanz seguía hincado mirando al frente como si no hubiera asimilado que esa bestia se había ido, hice un esfuerzo mental desmedido para acercarme a él y decirle que nos largáramos.
“S-Si, vamos”
Hanz estaba mal, muy mal. Se veía pálido y sudaba mucho. Apretaba sus manos como si quisiera matar a alguien a puñetazos y su mirada tiritaba con alteración. Nunca imagine que él podría verse así. Lo que veía no era miedo, no era odio, era un hombre recordando una horrible experiencia que jamás quería volver a experimentar. Algo lo suficientemente aterrador y frustrante como para que él entendiera que por más que lo quisiera no podía hacer nada para superar o luchar contra aquel trauma.
Lo mire muy preocupado, pero no había tiempo para pensar. Esa cosa podía regresar en cualquier momento, y lo peor de todo es que nada me aseguraba que fuera solo uno. Si aparecía otro estaríamos jodidos, teníamos que salir de aquí. Comencé a correr para que Hanz me siguiera, al menos en su estado debería poder seguirme sin pensar. Quiero aliviarle el tener que pensar en por donde regresar. Por cómo se veía de distraído imagino que podríamos incluso terminar perdiéndonos.
Corrí por el bosque, deseando en cada segundo que nada se interpusiera en mi camino. No quería perder el más mínimo segundo, quería regresar a la casa y hablar con Hanz sobre lo que paso. Esa cosa definitivamente no debería estar en esta zona, si dejábamos las cosas así la situación podría empeorar a un grado en que ni con el mayor de los ingenios superaríamos. Si resulta que tenemos la suficiente suerte para que ese monstruo sea solitario y territorial, como mínimo podemos intentar idear algún tipo de estrategia para matarlo o debilitarlo. Teniendo de nuestro lado el cebo más efectivo, idear una estrategia no debería ser complicado. Pero…
—¿Realmente podemos matar a ese monstruo?... Su cuerpo se veía duro y rígido como una montaña, pero resulto ser ágil y veloz al punto en que no pude seguirlo con los ojos por más de dos segundos...
Por más que pensara en estrategias e ideas para acercar a la muerte a ese monstruo, no me podía convencer de que funcionarían por más perfectamente ejecutadas que estuvieran. Ver la reacción de Hanz me había influenciado demasiado en mi percepción de que tan peligroso era. Estuve atento a mi alrededor para poder regresar lo más rápido posible, pero mentiría si dijera que no hubo momentos en donde mi mente se quedó en blanco por tratar de recordar cada segundo que pase frente a ese monstruo.
Quería convencerme de que en alguna parte tenía algún punto débil o de hacerme con una idea más familiar de su existencia para así no temerle tanto. El encuentro repentino con tal monstruo fue un recordatorio de que sin importar que tan alejado de mí sentido común esta este cuerpo, seguramente, tarde o temprano, mi sentido común cambiara totalmente y me acostumbrare al punto de llegar a desear que hubiera sido mejor.