Capítulo 3: La Tormenta

En la mansión Zhou,Palacio de Zhou Zhen Yu

El gran salón principal esta llena de iluminación por las lamparas de aceite. Zhou Zhen Yu, vestido con un elegante atuendo bordado con tunicas oscuras, estaba sentado en la silla principal, su postura era relajada pero autoritaria como un gran jefe. A su alrededor, los tres señores de las ciudades; Yingcheng, Xualing y Heming compartían la mesa junto a los líderes del clan de cazadores.

—Solo faltan tres días, muy pronto presenciaremos un espectáculo sin igual. Algunos fragmentos del Corazón de Cristal estarán en nuestras manos.–exclamó Zhou Zhen Yu con una sonrisa maliciosa, su mirada afilada como un cuchillo mientras jugueteaba con su copa de vino tinto rojo,la cual giraba lentamente entre sus dedos.

Los demás invitados intercambiaron miradas de incredulidad pero Zhou Zhen Yu continuó su discurso.

—Muy pronto, la exquisita nieve blanca se teñirá de rojo. ¿No es acaso un color fascinante? Un presagio de temor... o de esperanza.

Las risas se escuchan en la pertubadora sala, donde la sala percibia ambición y sangre derramada. Los señores y los líderes del clan de cazadores compartían una obsesión: convertirse en los inmortales que perseguían, pero sin tener que pagar el precio de depender de la sangre. Su objetivo: reunir los fragmentos del Corazón de Cristal, una reliquia de la leyenda de las 19 ciudades jamás vista que les otorgaría ese poder.

Pero uno de los señores, el dueño de Yingcheng, se inclinó hacia adelante, y con incertidumbre, hizo una pregunta.

—Zhen Yu, ¿realmente esperas que creamos en esa vieja leyenda? El Corazón de Cristal no es más que un mito contado por generaciones. No hay pruebas de que exista. ¿Qué pruebas tienes de su existencia?

La sala quedó en silencio por un instante, pero pronto el mutismo se rompió, pues otros comenzaron a compartir la misma inquietud del señor de Yingcheng.

Zhou Zhen Yu observó a todos con una sonrisa que parecía dividir la sala en dos.

—¿No me creen? ¿Dudan de mí? Entonces, permítanme ofrecerles un espectáculo grandioso, algo que sus ojos nunca han visto antes —añadio, levantándose lentamente de su asiento, mientras su presencia invadía el espacio con una aura intimidante.

Con una orden, uno de sus subordinados colocó frente a él una caja de madera, envuelta en inscripciones antiguas. Zhou Zhen Yu la abrió con cuidado, revelando un fragmento del Corazón de Cristal. El objeto emitió un resplandor espectral, inagando en la sala con una luz fría y poderosa.

Un silencio absoluto cayó sobre los presentes. Sus ojos estaban fijos en el fragmento, incapaces de apartar la mirada. Era hermoso y aterrador al mismo tiempo.

—¿Aún lo consideran una leyenda? —preguntó Zhou Zhen Yu con una sonrisa de burla,mientras sostenía el cristal frente a ellos.

Antes de que alguien pudiera responder, Zhou Zhen Yu con una señal dos guardias arrastraron a un inmortal encadenado hacia el centro de la sala. Era alto y de apariencia intimidante, pero su fuerza estaba claramente debilitada. Sus ojos rojos brillaban con furia mientras luchaba contra las cadenas que lo mantenían preso.

Zhou Zhen Yu levanto el fragmento del cristal, la luz que emanaba de él volviéndose más intensa.

—Ahora, observen el poder de esta reliquia. Si tan solo un fragmento puede causar tal efecto, ¿se atreven a imaginar lo que el corazón completo podría desatar?

En un movimiento rápido, Zhou Zhen Yu canalizó la energía del cristal hacia el inmortal. Un rayo de luz atravesó al prisionero, quien soltó un grito desgarrador antes de colapsar, reducido a cenizas en cuestión de segundos.

La sala quedó en absoluto silencio, los ojos de todos los presentes fijos en el montón de cenizas que había quedado en el suelo. Nadie se atrevía a hablar, sus rostros estaban aterrados.

Zhou Zhen Yu miró a los presentes.

—Ahora ven que no es una leyenda, este es el poder que contiene un solo fragmento. Imaginen lo que lograremos con el Corazón de Cristal completo. Gobernaremos las 17 ciudades y estaremos por encima de los inmortales.–Su voz autoritaría se escucha en la sala

Los presentes asintieron lentamente, dejando que la ambición disipara sus dudas. Sin embargo, el señor de Yingcheng, aún vacilante, expresó su desacuerdo.

—Pero, ¿qué haremos con Jing Yang, el dueño del Palacio Houlang? Él no es un inmortal común. Es un demonio dios original, y su poder supera todo lo que conocemos —preguntó miedoso.

—No se apresuren,Jing Yang no detendrá nuestros planes.—respondió con confianza.

Pero el señor de Yingcheng no se rindió tan fácilmente.

—¿Cómo puedes estar tan seguro, Zhen Yu? Si lo subestimamos, podría destruirnos.

El rostro de Zhou Zhen Yu se oscureció. Con un golpe, su puño cayó sobre la mesa, haciendo temblar las copas y silenciando a todos.

—¡Basta de dudas, hemos preparado una trampa para Jing Yang. Y, además... tengo a su familia como rehenes.–exclamo, su mirada fija como un cuchillo en el señor de Yingcheng

Un escalofrío recorrió la sala. Zhou Zhen Yu continuó, su voz con amenaza.

—Cuando llegue el momento, Jing Yang caerá. Morirá bajo nuestras manos, y nadie podrá detenernos.

El salón quedó en completo silencio y las las lámparas de aceite aun alumbraban el lugar. Afuera, la nieve seguía cayendo, pero ya parecía teñida del rojo profético que Zhou Zhen Yu había mencionado.

°°°

Por otra parte, esa misma noche fría e intranquila, el hospital parecía dormir, pero Zhou Shu Xin estaba lejos de encontrar descanso. Con su mente llena de preocupaciones, se levantó de la cama en silencio, cuidando no hacer ruido para no alertar a nadie. La enfermera de turno, una mujer mayor con rostro amable, la observó con curiosidad cuando Shu Xin se acercó al mostrador.

— ¿Necesitas algo, jovencita? —preguntó la enfermera, notando el brillo intenso en los ojos de Shu Xin.

Shu Xin, tocando una voz débil y tranquila, respondió:

—Por favor, ¿puede dejar esta nota para el joven Jiang Yang? Él es mi salvador y quiero que sepa que estoy agradecida.

La enfermera tomó la nota y, aunque algo desconcertada, no hizo más preguntas. Shu Xin continuó:

—También... necesito saber si hay un carruaje que se dirija esta noche a la ciudad Fenghuang. Es algo muy urgente.

La enfermera frunció el ceño, sorprendida por la petición.

—No es seguro viajar a estas horas, y menos en tu estado de salud actual. ¿Por qué querrías ir a Fenghuang?

Shu Xin bajó la mirada, ocultando su ansiedad detrás de una sonrisa nerviosa.

—Es... por mi familia, deberían estar muy preocupados por mi estado de salud y no puedo hacerlos esperar más.- La mentira salio de sus labios incluso a ella misma se sorprendió.

La enfermera la observó por unos segundos, evaluando a la niña frente a sus ojos, aunque dudó por un momento, la enfermera finalmente cedió.

—Bueno.. hay un comerciante que suele partir temprano hacia Fenghuang. Si logras hablar con él ahora, tal vez puedas unirte al viaje. Pero niña, te lo advierto que esta noche habrá tormenta. La nieve está cayendo fuerte, y los caminos pueden volverse peligrosos.

—Gracias... Sé que la tormenta será intensa, pero haré lo que sea necesario para llegar a Fenghuang.–respondió Shu Xin con respeto.

La enfermera asintió lentamente, preocupante.Shu Xin no esperó más. Se cubrió con el abrigo que había encontrado en su habitación y se dirigió hacia la salida del hospital.

La nieve caía con una intensidad que parecía borrar cualquier rastro del camino. A lo lejos, Shu Xin divisó la figura de un hombre robusto cargando mercancías en un carruaje.

—Señor, ¿podría llevarme a Fenghuang? Mi familia me espera allí —dijo Shu Xin con una voz suave, suplicante.

El hombre, sorprendido al escuchar la voz de una niña en medio de la tormenta, giró la cabeza y la miró de arriba abajo. Su ceño fruncido dejaba clara su desconfianza, y estaba a punto de negarse cuando Shu Xin, con manos temblorosas por el frío —Puedo pagarle. —Extendió el dinero con firmeza,sacó un pequeño bolso de billetes.

El comerciante entrecerró los ojos, Dudó un momento, pero el brillo del dinero bajo la luz de la linterna que colgaba del carruaje pareció disipar cualquier objeción. Sin decir una palabra, asintió y extendió una mano para tomar el dinero.

—Sube rápido, niña, antes de que la tormenta empeore —murmuró mientras guardaba los billetes en su bolsillo.

Shu Xin no esperó una segunda invitacióny se subió al carruaje.El comerciante azotó suavemente a los caballos, que comenzaron a avanzar con dificultad por el camino cubierto de nieve.

Mientras el carruaje se movía, Shu Xin cerró los ojos por un momento,Su mente estaba llena de pensamientos sobre la ciudad Fenghuang.

°°°

Mientras tanto en el consultorio, Jiang Yang seguía en una conversación tensa con su hermano, el doctor Gu Feng.

—Zhou Zhen Yu tiene a nuestra familia como rehenes ¿Qué vamos a hacer? Esto no puede continuar asi, ¿Realmente planeas usar a Shu Xin como moneda de intercambio? —murmuró Gu Feng, deteniéndose finalmente frente a Jiang Yangi y luego insistió.

Jiang Yang, sentado con su postura relajada pero con un aura fría, respondió con calma a su hermano:

—Zhou Zhen Yu quiere los fragmentos del Corazón de Cristal, ¿no es así? La pequeña Shu Xin lleva uno en su interior, y eso la convierte en una pieza para él.

Las palabras hicieron que Gu Feng se girara bruscamente hacia él.

—¿Crees que Zhou Zhen Yu aceptará ese trato?, estás equivocado. Ese hombre no siente ningún tipo de apego, ni siquiera por su propia familia.

Una sonrisa, apareció en los labios de Jiang Yang, una seguridad y algo de duda que era difícil de leer.

—Zhou Zhen Yu no busca lazos familiares; busca poder. Él quiere los fragmentos del Corazón de Cristal, y he encontrado uno... en el corazón de su sobrina.

Gu Feng palideció al escuchar eso, pero Jiang Yang continuó sonriendo con una frialdad que helaría la sangre de cualquiera.

—Aunque... tengo otro plan. No voy a depender solo de ese intercambio. Debemos encontrar los demás fragmentos antes de que Zhou Zhen Yu lo haga. Haré todo lo posible para adelantarnos y además

No te preocupes. No pienso entregarla sin más. Este es solo un señuelo. Mientras tanto, nosotros rastrearemos los demás fragmentos antes de que Zhou Zhen Yu lo haga.

Gu Feng frunció el ceño, pero no dijo nada más. En el fondo, sabía que Jiang Yang siempre tenía más de una carta bajo la manga.

Sin embargo la llegada inesperada de la enfermera los dejo congelados.

— Señor Jiang Yang, traigo una nota de parte de la joven Shu Xin... Ella... ella se ha ido.

Ambos hombres se giraron hacia ella con rapidez. Jiang Yang se levantó de su silla, su mirada se oscureció al escuchar la noticia. Gu Feng frunció el ceño, inquieto.

— ¿A dónde ha ido? —preguntó Jiang Yang, su voz grave, casi inhumana.

La enfermera vaciló, mirando la nota en sus manos antes de entregar el pequeño papel a Jiang Yang. — No estoy completamente segura, pero según lo que pude entender, ella ha partido hacia Fenghuang. Dijo que su familia la esperaba allí.

Jiang Yang tomó la nota entre sus dedos, su mirada fría se posó sobre las palabras escritas, aunque no lograba ocultar una preocupación en sus ojos, El temor de que la joven Shu Xin pudiera morir en medio de la tormenta lo desconcerto.Sin pensarlo dos veces, Jiang Yang extrajo una piedra mágica de teletransportación.

Mientras tanto, Shu Xin, agotada por el viaje, permanecía en el carruaje, su cuerpo estaba en un profundo sueño. Pero los vientos y la nieve golpearon con fuerza, provocando que el carruaje se tambaleara peligrosamente. En un parpadeo, el carruaje se volcó.

En ese preciso momento, alguien la sostuvo con firmeza de los brazos, impidiendo que cayera al vacío. Shu Xin, con los ojos nublados por el cansancio y el miedo, levantó la mirada y, para su sorpresa, encontró los ojos fríos de Jiang Yang, su enemigo mortal.