El Despertar del Devastador

Los cielos se abrieron como una herida en la realidad.

Desde el abismo celestial descendió una figura colosal, envuelta en una niebla negra que se retorcía como serpientes hambrientas. Su cuerpo era una amalgama de sombras, huesos y fragmentos de tecnología rota, como si hubiera absorbido y deformado los restos de mundos anteriores.

Nóxis.

No era solo un enemigo. Era un cataclismo viviente, un destructor de civilizaciones, nacido del caos puro.

Las señales se dispararon en todos los satélites. Las estaciones espaciales lo detectaron al instante. Gobiernos de todo el mundo entraron en alerta máxima.

—¡¿Qué demonios es eso?! —gritó uno de los ministros en una sala de guerra internacional.

—¡Ni siquiera nuestros radares pueden analizarlo bien, se rehúsa a tener forma constante!

Las transmisiones globales interrumpieron su programación regular para mostrar imágenes del cielo rasgado, del descenso del ser abominable. En redes sociales se propagaban como fuego los videos de los Zords de nuestros héroes enfrentando monstruos por todo el mundo.

Por primera vez, la humanidad entera estaba mirando. Ya no eran rumores o clips borrosos. Eran reales.

En la base, los héroes observaban los informes mientras sus Zords resistían como podían.

—No estamos listos —dijo Ren, bajando la mirada mientras analizaba los datos energéticos de Nóxis—. Esa cosa no solo es fuerte. Está... absorbiendo todo lo que lo rodea. Caos, miedo, incluso tecnología.

—No me importa si no estamos listos —gruñó Dante, con el puño apretado—. Si nadie lo detiene, lo hará de nuevo. Arrasará con otro mundo. Este... el nuestro.

Kevin caminó hacia el ventanal que mostraba la grieta abierta sobre la atmósfera.

—Iremos. Pero primero necesitamos algo más. Unir nuestros Zords. No individualmente... todos juntos.

Aya levantó la cabeza.

—¿Una combinación total?

—Exacto —afirmó Kevin—. Nunca hemos intentado fusionarlos todos a la vez, pero si hay un momento para hacerlo, es ahora.

—Entonces démosle forma... a nuestra última línea de defensa —dijo Iris, decidida.

Los Zords respondieron al llamado. Uno por uno, surcaron el cielo y convergieron sobre la costa este de Japón, donde Nóxis comenzaba a extender su influencia. Las ciudades cercanas ya se estaban evacuando en masa.

Una luz dorada envolvió los cinco mechas. A través de una combinación de nuevas Sentai Cards, los cinco jóvenes comenzaron el proceso de fusión total.

—¡ZORD UNIÓN, ACTÍVATE! —gritaron al unísono.

Una sinfonía metálica retumbó mientras las piezas se ensamblaban.

Galleon Zord formó el torso y la cabeza de la nueva estructura.

Griffon Zord se dividió entre las alas y el sistema de ataque aéreo.

Raptor Zord se transformó en los brazos y garras de precisión.

Bison Zord constituyó las piernas y los estabilizadores terrestres.

Tiger Zord, con su energía felina, se convirtió en el núcleo de poder que daba impulso y agilidad al coloso completo.

—¡SENTAI MEGAZORD, FORMACION UNION, ONLINE! —anunció el sistema.

Y por primera vez, el mundo vio el nacimiento del arma más poderosa que la humanidad había creado, no con máquinas, sino con coraje, unidad y voluntad.

Desde el centro de la grieta, Nóxis descendió aún más, rugiendo como si el mismísimo tejido de la existencia se desgarrara con su voz.

El Sentai Megazord Formacion Union dio el primer paso. El suelo tembló. Los edificios cercanos resonaron.

Kevin, dentro del cockpit, miró a sus compañeros.

—Hoy no peleamos solo por un país. Peleamos por cada niño, cada madre, cada vida en esta Tierra.

—Por eso... ¡no retrocederemos! —gritó Iris.

El primer choque fue titánico. Nóxis contraatacó con una ráfaga de oscuridad que desestabilizó la energía del Megazord, pero Dante lo sostuvo con fuerza.

—¡No vamos a caer tan fácilmente, monstruo de pesadillas!

Mientras el combate escalaba, miles de personas veían en sus pantallas, en refugios y en las calles, animando, gritando, orando. Por primera vez, no se sentían solos.

Horas después, tras una retirada táctica forzada —pues Nóxis aún no había desplegado todo su poder—, los jóvenes regresaron a su base.

Kevin se quedó en el hangar, observando al Galleon Zord desconectarse poco a poco. Iris se acercó, con la mirada baja.

—¿Crees que mañana lo derrotemos?

—No lo sé —respondió Kevin sinceramente—. Pero cada día que resistimos, es un día más que el mundo puede respirar.

Ella lo tomó de la mano, sin decir nada más. No lo necesitaban.

Al día siguiente, las cosas no se detuvieron. Las distorsiones seguían abriéndose, aunque menos caóticamente. Nóxis estaba retrocediendo, como si se preparara... para algo.

Mientras tanto, los héroes comenzaron a recibir cartas y mensajes de niños en hospitales, de soldados en el frente, de ancianos que habían vivido guerras y decían que nunca habían visto algo tan esperanzador.

Los llamaban de muchas formas: Protectores, Los Cincos de la Llama Celeste, El Escuadrón del Mundo...

Pero ellos sabían su verdadero nombre.

—Somos... SENTAI UNITE —dijo Kevin para sí, en un susurro mientras observaba el horizonte.

Y el mundo... los abrazó.

Los cielos aún ardían con el eco de la batalla. El Sentai Megazord Formacion Union avanzaba imparable, pero una sombra gigantesca ya se alzaba sobre ellos. Nóxis había comenzado a mostrarse más agresivo, como si ya no estuviera jugando con sus enemigos, como si ahora todo fuera una cuestión de supervivencia para él. El monstruo del caos ya no tenía necesidad de mostrarse sutil, pues se dio cuenta de que la humanidad no iba a caer fácilmente.

Durante los siguientes días, los chicos pelearon con mucha valentía, en cada rincón del planeta, enfrentándose a los monstruos que Nóxis enviaba, mientras trataban de contener la oscuridad que el villano traía consigo. Cada vez que pensaban que habían ganado una batalla, otra nueva amenaza surgía. La tensión estaba en el aire, y aunque el Sentai Megazord era una poderosa herramienta, sabían que solo podía sostenerlos durante un tiempo.

Pero lo peor estaba por venir.

Nóxis, quien solo había mostrado un poco de su poder, ahora decidió no jugar más con los pobres héroes. Ya no necesitaba ocultar su verdadero poder, su sed de destrucción era más grande que nunca. Primero, destruyó la Formación del Megazord con una sola ráfaga de energía oscura, que hizo temblar la estructura misma del coloso.

El megazord cayó. Los chicos apenas tuvieron tiempo de reaccionar, y ya estaban luchando a pie contra la misma bestia que había arrasado con todo a su paso.

Nóxis, por pura diversión, comenzó a reducir su tamaño, queriendo enfrentarse a los héroes en su propio nivel. Y, aunque parecía una oportunidad, lo que sucedió a continuación demostró la enorme brecha de poder que existía entre ellos.

No era una batalla, era una masacre.

Nóxis, aún con su tamaño reducido, comenzó a barrer el piso con los héroes. Uno por uno, se levantaban para intentar enfrentarse, pero cada golpe de Nóxis los derribaba sin esfuerzo. Con una velocidad abrumadora, los chicos fueron arrojados contra el suelo, sus cuerpos golpeando el suelo con tal fuerza que los sacudía hasta los huesos.

Kevin intentó avanzar, levantando su puño contra la bestia, pero Nóxis lo lanzó hacia un edificio cercano con una patada brutal. Iris, con sus reflejos felinos, intentó esquivar un ataque, pero fue alcanzada por una onda de energía que la dejó sin fuerzas para levantarse.

Ren, Dante y Aya también fueron derrotados rápidamente, el poder de Nóxis era demasiado grande para que sus habilidades fueran de alguna utilidad. Ya no luchaban como héroes, sino como sobrevivientes.

Y en medio del caos, un pensamiento rondaba en la mente de Kevin.

—¿Es este el final?

Nóxis se levantó sobre ellos, su risa resonando como un eco de desesperación. La batalla parecía perdida. Nadie podía salvarlos ahora.

Mientras tanto, en las pantallas de todo el mundo, millones de personas observaban temerosas aquella masacre. Pero había algo más. Las familias de los héroes, quienes habían estado preocupadas por no saber el paradero de sus hijos, vieron en las pantallas el momento exacto en que Nóxis rompió el casco de los héroes. En ese instante, sus identidades fueron reveladas ante los ojos del mundo. Los rostros de Kevin, Iris, Ren, Dante y Aya, que hasta ese momento habían sido desconocidos, fueron vistos por todos.

La mayoría de personas se preguntaron: ¿Qué hacían esos jóvenes arriesgando sus vidas para protegernos? Mientras tanto, ellos solo observaban la masacre, impotentes ante el poder abrumador de Nóxis.