(Narración del Autor)
Myra todavía estaba en su mundo de ensueño cuando Dion la llevó dentro de la casa. Había un silencio sepulcral ya que era pasadas las diez de la noche. Todos los sirvientes habían terminado sus tareas diarias. Solo Nora y Elio esperaban su llegada en el pasillo.
La sorpresa brilló en los ojos de ambos cuando vieron una escena de Déjà vu.
Elio saltó ansiosamente frente a Dion y Myra.
—¿Q-qué, qué le pasó? —había un ligero temblor en su tono, que pronto ocultó.
Los ojos de Nora se oscurecieron cuando vio el estado actual desordenado de Myra. El rostro de Myra estaba sonrojado como si estuviera en llamas; sus labios estaban descoloridos y pálidos, su cabello estaba despeinado. Nora era una persona perspicaz después de todo. Inmediatamente supo que algo debió haber ocurrido entre los dos. Aun así, se tragó la ira que brotaba dentro de ella y preguntó:
—Hermano Dion, ¿por qué Myra está en este estado?